Es frecuente, en la sociedad actual en la que vivimos, que cualquier persona manifieste estar deprimido cuando estar algo triste por algo que ha ocurrido, o tener ansiedad porque tiene muchísimas cosas que hacer. Es decir, que ante unas circunstancias poco relevantes extrapolamos una enfermedad mental de cierta consideración, en cambio, en otras situaciones las personas tienen que vivir una gran cantidad de eventos importantes dañinos para que la sociedad se plantee si realmente está sufriendo o no.

Un claro ejemplo es el acoso laboral que puede sufrir una persona. Este puede ser de un igual, de un superior o incluso de inferiores pero, muchas veces la persona que lo padece no es consciente de él e incluso considera que quejarse por lo que está viviendo es algo egoísta por su parte o que quizás está sobredimensionando lo que ocurre. Por ello, hoy voy a comentaros las fases que Leyman estableció en el proceso de mobbing o acoso laboral:

En primer lugar nos encontramos con el Conflicto, aparece un enfrentamiento al que no se encuentra una adecuada resolución. Si se hace crónico se pasa a la segunda fase, Comportamientos de violencia psicológica hacia el trabajador víctima, que suele ser percibido como una amenaza para el grupo, lo que genera una indefensión en la víctima. La tercera fase es la Implicación de la dirección, que suele infravalorar lo que está sucediendo y centra su atención en el trabajador que es la víctima, dando lugar a su aislamiento. En la cuarta fase, se etiqueta al trabajador (trabajador difícil, inestable, enfermo mental) y suele coincidir con la aparición de diversos síntomas de trastornos en la salud de la víctima. Y, finalmente, la quinta fase la Expulsión, el trabajador se ve abocado a abandonar la organización.

Como podéis ver, no es hasta la cuarta fase que aparecen los primeros trastornos en la salud de la víctima y aun así, esos trastornos son considerados, algunas veces, como consecuencia de problemas en la esfera personal y no profesional de la víctima. Pero como os mencionaba al principio de este post, a veces, un simple día triste lo etiquetamos como depresión y otras veces un machaque continúo en nuestro entorno laboral no lo consideramos acoso.

 

 

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