Llevo tiempo leyendo y estudiando los libros y cursos de Manuel J. Smith, uno de los grandes maestros mundiales sobre asertividad. La asertividad consiste básicamente en comunicar de forma efectiva nuestra postura a otra persona. Podríamos decir que se encuentra en el centro de un continuo entre pasividad, no decir lo que pensamos o edulcorarlo y agresividad, imponer nuestra opinión con gritos o malos modos.

Una de las bases de la asertividad consiste en comprender e interiorizar que nosotros somos nuestros propios jueces. Nadie tiene derecho a juzgarnos por lo que pensamos, decimos o hacemos. Nadie tiene la varita mágica acerca de lo que está bien o mal. Somos nosotros mismos, en nuestro interior, quienes estamos a gusto o no con nuestras acciones.

Otra base de la asertividad radica en ser amables con nosotros mismos, querernos como somos, aceptarnos y ser nuestros mejores amigos. Que nuestra aceptación no provenga tanto de la comparación con los otros como de considerarnos valiosos y perfectos como somos.

Vamos a repasar una técnica de asertividad que propone Manuel J. Smith en su libro Cuando digo NO, me siento culpable. La técnica se llama “El disco rayado”. Puede parecer sencilla pero hay que practicarla bastante para que salga bien. Nosotros en el despacho de psicólogos hacemos ensayos, role play, donde el cliente puede practicar estas técnicas jugando diferentes papeles. Unas veces el cliente hace el papel de asertivo y otras veces juega el papel de crítico, contrario manipulador.

Pues bien, esta técnica consiste en repetir nuestra opinión, tantas veces como el otro nos oponga una excusa, sin levantar la voz, sin gritar en ningún momento, pero sin ceder al intento manipulativo de la otra persona. A lo sumo podemos acabar con un compromiso viable, que nos satisfaga tanto a nosotros como a la otra parte.

Obviamente, esta técnica no es para aplicarla en todas las ocasiones. Y, en particular, no debemos aplicarla cuando se trata de un tema legal o ante alguna autoridad. Es bueno utilizarla cuando nos intentan manipular, emocionalmente o de otras formas y no tenemos intención de ceder.

Veamos un ejemplo. Voy a unos grandes a devolver un jersey que no nos gusta:

YO: Buenos días, vengo a devolver este jersey

VENDEDOR: Buenos días, ¿por qué no está conforme con este jersey?

YO: El jersey está bien, se trata de que yo no estoy satisfecho con él y quiero devolverlo

VENDEDOR: Pero, ¿tiene algún defecto?

YO: No tiene ningún defecto, sencillamente quiero devolverlo.

VENDEDOR: Lo lamento, pero no podemos aceptar la devolución sin un defecto en la prenda

YO: Lo entiendo. Pero quiero devolverlo y recuperar mi dinero

VENDEDOR: ¿No ve usted la cola que se está formando?

YO: Sí, es cierto. Pero yo también soy su cliente y usted es el responsable de atenderme ahora a  mí, y yo quiero que me devuelvan mi dinero.

VENDEDOR: Señor, las normas nos impiden devolver el dinero

YO: Comprendo, pero quiero mi dinero. Por favor, avise a su superior. No me iré sin una solución

 

En artículos posteriores, continuaré relatando otras técnicas e ideas sobre  asertividad.

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