Cada día resucita el debate. ¿Es más conveniente tener un coche propio o alquilarlo cuando lo necesite?

Está comprobado que, económicamente, sale más barato alquilar un coche cuando lo necesitamos que tener uno propio. Podemos coger taxis cuando sea necesario, alquilar un coche para veranear y aún no llegaremos a superar el gasto anual que supone un coche particular entre el seguro, la amortización del coche, gasolina, reparaciones, multas, etc.

Cuando se tienen niños, dependiendo de los desplazamientos necesarios, sí sale a cuenta tener coche propio por la comodidad que supone. Pero generalmente las cosas pueden arreglarse para llevar a los niños a un colegio cercano a casa, lo que dejaría el uso del coche particular para los fines de semana, que podrían gestionarse con taxis o transporte público.

Al principio, a los que estamos acostumbrados al coche particular, nos da pereza utilizar el transporte público. Después uno se acostumbra y descubre las ventajas que éste supone. En primer lugar, disminuye mucho los gastos. También, si uno se acostumbra a no utilizar el coche, realiza más recorridos a pie lo que favorece la salud. Yo suelo realizar a pie los recorridos menores a 4 kilómetros. Con esta costumbre, casi tengo solucionado el deporte diario. Ir andando a los sitios puede hacerse más veces de las que somos conscientes habitualmente. Sólo es cuestión de buscar la mejor ruta. Si además podemos aprovechar para transitar por un recorrido bonito, mucho mejor. Yo recuerdo cómo disfrutaba del Paseo de la Castellana por las mañanas, cuando bajaba de Plaza de Castilla hasta Colón donde trabajé durante unos meses. Fueron unos meses maravillosos por aquellos paseos.

También el transporte público nos lleva a más sitios de los que imaginamos. Con Google maps estudias la ruta a seguir, luego te montas y aprovechas para leer o estudiar. O incluso para meditar. A veces aprovecho para hacer meditación centrada en la respiración cuando estoy sentado en el metro. La mayor ventaja es que te olvidas de conducir, de tener que decidir por dónde ir para tener menos atasco, siempre con la atención consumida por la carretera y por evitar un accidente. En el transporte público, el tiempo es para ti, puedes oir música, leer libros, planificar tu día, etc. Y, cuando llegas a tu destino, ¡no tienes que preocuparte por aparcar el autobús!

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