Hace unos meses me ocurrió el siguiente episodio. Había tenido una mala mañana, discutí con una compañera de trabajo y me dirigía a mi casa cabizbajo y con un sentimiento de malestar y tristeza. Se me ocurrió entrar en un Burger King a comer. Pedí la comida y me senté en un sitio tranquilo a relajarme y pasar el mal rato.

De repente apareció ante mí una señora pobre y mal vestida pidiendo dinero para comer. Por mi cabeza pasó el siguiente pensamiento: “Qué mal gusto, estando yo comiendo viene a molestarme y a hacerme chantaje emocional” y la rechacé con un gesto mientras mi cara reflejaba el malestar que sentía.

La señora continuó pidiendo al resto de clientes, que la iban rechazando uno detrás de otro. Entonces vino a mi cabeza una idea de Mindfulness que vengo practicando desde hace unos años. Atendí a mi malestar, a la situación y a los pensamientos y juicios que había experimentado. Comencé a ver la situación como era en realidad: Esa señora debía tener mucho hambre y necesidad para estar pasando la vergüenza de pedir.

Me levanté y fui hacia la señora, le pregunté si quería comer. Fui con ella a la cola y pedimos un menú a su gusto. Luego le pregunté si tenía inconveniente en que me sentase con ella mientras comía y accedió. Estuve conversando con ella y me contó que se llamaba Laura, que vivía en una habitación compartida con su hija. Me contó lo que se le daba bien: cocina y limpieza de casas y que ahora estaba sin trabajo y muy deprimida. Intercambiamos números de teléfono y quedé encargado de llamarla si encontraba un trabajo acorde a sus habilidades. También le invité a tratamiento gratuito de su depresión, pues soy psicólogo; quedó en llamarme.

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