Muchas veces nos preguntamos cómo abordar ciertos retos o problemas que nos parecen muy grandes y su solución muy lejana. Como puede ser aprender un idioma, practicar un nuevo deporte o encontrar un trabajo donde disfrutemos. Nos quedamos como ante un elefante enorme: Dando vueltas alrededor de él, resoplando, mirándolo desde diferentes ángulos… “¡Jamás conseguiremos comérnoslo!”, nos decimos.

Cuando queremos hacer un largo viaje, aparte de planearlo con cuidado, en el momento de comenzar siempre das un primer paso. Hacia el aeropuerto, a coger un taxi, … O, ante una caminata, damos un primer paso y luego el resto vienen solos, casi por inercia, hasta completar los 20 kilómetros que íbamos a andar.

En el caso de proyectos más ambiciosos, el primer paso no suele darse al azar. Es lógico que, al principio, establezcamos un plan para prever los principales movimientos que haremos y los obstáculos que nos podemos encontrar. Cuanto más planificado tengamos un proyecto, menos nos costará su ejecución.

Sin embargo, ante los retos que queremos abordar, siempre es bueno ir dando pequeños pasos hacia el objetivo. Si nos dejamos vencer por la enormidad de la apariencia del proyecto, no nos moveremos. El truco consiste en partirlo en pequeñas piezas, etapas o hitos. Y luego, para cada pieza, dar el primer paso, comérnosla. Una vez que hemos cortado el elefante en pedazos, comernos un filete sí lo sabemos hacer. Y mañana otro. Cada paso que demos, nos irá produciendo una sensación interna de logro. Esa sensación nos da fuerzas para continuar. Y, por cada hito que vamos completando, nos paramos un tiempo a reconocernos por el esfuerzo realizado, a alegrarnos porque estamos más cerca del objetivo.

Os contaré una pequeña anécdota de mi vida personal. Tenía arraigada una costumbre de practicar natación tres veces por semana. Sin embargo, por diversos motivos, llevo tres meses que no consigo ir a la piscina. Y cada día me parece más difícil retomar esta actividad. Hoy me he dicho internamente: “Vas a dar el primer paso, encaminarte hacia la piscina”. Sé que, una vez que venza esa pereza que se ha ido formando, conseguiré volver a nadar, lo disfrutaré y esa sensación de logro y bienestar me ayudará a repetirlo sucesivos días.

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