Hasta hace unos cientos de años, la esperanza de vida de las personas no superaba los 50 años. Muchos vivían 30 o 40 años y era lo normal. Las personas tenían claro que, lo que quisieran hacer en la vida, tenían que hacerlo pronto. Muchas personas tenían hijos o se casaban con 15 o  20 años.

Hoy día, en España, la esperanza media de vida ronda los 80 años. Esto quiere decir que vivimos casi el doble de lo que ha sido habitual en casi toda la prehistoria y la historia de la humanidad. ¡Podemos vivir dos vidas en una!

No es algo que ocurra a todas las personas, pero sí es bastante habitual. Hacia los 40 o 45 años se produce una crisis en muchas personas. Suele durar uno o dos años y uno tiende a cuestionar muchos de los aspectos de su vida. ¿Estoy desempeñando el trabajo adecuado?, ¿Disfruto en mi trabajo?, ¿Estoy con la pareja correcta?, ¿En qué creo realmente? Es hasta cierto punto lógica esta crisis si la vemos desde el siguiente punto de vista: “Si me he equivocado en algo básico, con 40 años aún puede tener solución, ya que aún me quedan otros 40 años de vida. Y todavía soy joven para realizar cambios, luego cada vez será más difícil”.

Hay personas que ni siquiera piensan en estas cosas. Son razonablemente felices y no se plantean cambios. Quizá este tipo de crisis les pase en otros periodos de su vida. O nunca.

Para todos los demás, los motivos que propician la crisis de los 40 suelen ser por comparación. Se comparan con sus compañeros o amigos o con el estándar cultural, buscando confirmar que “sus vidas entran dentro de lo normal”. Como la imagen que las familias y las personas trasladan al exterior suele ser la buena, dejando los trapos sucios dentro, una comparación superficial puede arrojar saldo negativo: “Me aburro en el trabajo, no me valoran,…”, “Mis hijos no me hacen caso… van a lo suyo… en casa con mi pareja no tengo más que discusiones…”.

Habitualmente estas crisis se disuelven cuando uno aprende a aceptarse como es y deja de pretender ser otro y vivir la vida de los otros. Es en el camino, en “el mientras”, cuando se disfruta y no tanto en la meta final.

Sin embargo, crisis es sinónimo de oportunidad. Como decía antes, las personas aprovechan la ocasión para conocerse mejor, quererse, aceptarse, valorarse a sí mismos y a su familia. También puede aprovecharse esta crisis para realizar cambios. Si este es el caso, te aconsejamos que los hagas con calma, sin precipitación. Un psicólogo de confianza o coach puede ayudarte a delimitar bien el problema, buscar diferentes soluciones al mismo y evaluarlas. No es recomendable aferrarse instintivamente y con prisas a la primera solución que se nos ocurra. Existe una técnica para la Solución de Problemas, que tu psicólogo de confianza te puede enseñar a utilizar.

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