Es muy importante a la hora de comunicarnos saber hacerlo de la mejor manera posible para que llegue a la otra persona la información correcta y sobretodo, de la manera correcta en la cual no le dañemos ni le coartemos.
Muchas veces no somos conscientes, sobre todo cuando discutimos con alguien, que una palabra de más o una palabra de menos, o un sujeto o posesivo diferente puede cambiar totalmente el sentido de la frase.
Cuando intercambiamos opiniones que son diferentes en relación a un tema, muchas veces utilizamos frases del tipo “esto no es así, sino…” “últimamente estás insoportable, estás….”. Es decir, utilizamos frases impositivas, como si nosotros tuviésemos o conociésemos la única verdad. Y no es así, existen muchas verdades, cada uno tiene su verdad, lo que quiero decir con esto es que cada uno vemos la situación con nuestros propios prismáticos, y ninguno tenemos los prismáticos iguales al del otro, cada uno nos acercamos a la realidad desde nuestros ojos, nuestros estereotipos y nuestras experiencias; lo que hace que cada uno la interpretemos de diferente manera.
Por ello, a la hora de comunicar, pero sobre todo aquello que nos ha molestado o que nos ha disgustado, tenemos que comunicarlo desde el YO. Diciendo “ yo opino…” “Yo creo…” “Yo he visto…” puesto que así dejamos ver a la otra persona que así es como nosotros hemos visto la situación pero que la otra persona puede haberla visto de otra manera y no por ello ser incorrecta. En vez de atacar a la persona “Tú has hecho esto…” “tú no sabes…” le comunicamos cómo nos ha hecho sentir y hemos visto esa situación, brindándole la oportunidad de que nos descubra su visión, permitiendo que los dos podamos tener razón o podamos habernos equivocado. Gracias a no utilizar una fórmula de ataque sino de expresión personal, reducimos la posibilidad de provocar la ira del otro y de hacerle sentirse atacado. De esta manera, trabajamos por lograr un acuerdo, viendo las dos partes o las dos visiones del problema para llegar de manera racional a una buena solución.
Gracias,
Jara Estrella Fernández
