La mayoría de las personas en España nos identificamos con un equipo de fútbol, con sus éxitos y con sus fracasos. Hay personas del Real Madrid, del Barcelona, del Atlético de Madrid… Otras muchas personas se identifican con el equipo de su ciudad o de su capital de provincia, los del Sevilla, los del Racing de Santander… Por no decir que la mayoría nos identificamos con la selección nacional de nuestro país.

La primera reflexión sería darnos cuenta de que el gusto por el fútbol es una cuestión cultural. En este país y en esta época se nos educa desde pequeños en la pasión por el fútbol. Obviamente esto no ha sucedido en otras épocas ni sucede hoy en día en muchos otros lugares del mundo. Visto en frío y sin pasión, la mayoría de las personas coincidiríamos en que 90 minutos de fútbol suelen ser aburridos, salvo los momentos en que hay goles o cuando un equipo juega con una coordinación muy estética para la vista, cosa que no es muy habitual. La mayoría de los minutos trascurren corriendo hacia un balón dividido, esperando a que quien se ha caído se levante o al saque de puerta o de banda: rompiendo juego.

En España, desde pequeños vemos en casa y aprendemos que los partidos se viven por la televisión y en los bares, se convierten en acontecimientos sociales. El tema del fútbol se habla en la familia, con los amigos, en el trabajo. Los periódicos deportivos venden más que el resto, pues a muchas personas les gusta estar al día de los mínimos detalles de su equipo favorito.

Lo fundamental de todo esto es: Los seres humanos tenemos una necesidad de pertenencia a grupos y nos identificamos con los grupos a los que pertenecemos. El pertenecer, como aficionado, a un equipo de fútbol es un ingrediente importante de nuestra identidad como persona. Yo soy Manolo Pérez, casado, trabajo en esta empresa y soy del Real Madrid.

Este es el motivo por el que los fracasos de nuestro equipo y las críticas al mismo las vivimos como un ataque a nuestra identidad. Por eso nos entristece y vivimos un pequeño duelo cuando se pierde aquella final importante que no volverá a suceder hasta dentro de varios años. Es como si fallece “un amigo” y tenemos que acostumbrarnos a vivir sin él.

Las críticas a nuestro grupo, por parte de otros grupos, las vivimos en carne propia. Son ataques a nuestra identidad, que vemos en peligro y a veces despierta la emoción de la ira o miedo, como cuando vemos atacada nuestra identidad física y nos disponemos a la lucha o huida. Así estamos diseñados los seres humanos a través de la evolución de millones de años. Dispuestos a defender a nuestro grupo.

Visto por el lado positivo, los éxitos de nuestro equipo de fútbol los hacemos un poco propios, nos alegran. De alguna manera percibimos que nuestra identidad sale fortalecida y perdura.

Puedes contactar con nosotros en www-conectia-psicologia.es o llamando al 674 241513 y te ayudaremos con temas relacionados con este artículo o con otros problemas que quieras resolver.