Resiliencia es un término que viene de la física y se refiere a la capacidad que tienen algunos materiales de recuperar su forma original, en lugar de quebrarse, después de haberse deformado por recibir una presión. Aplicamos el término resiliencia a las personas al ser capaces de recuperarse de situaciones desafortunadas. Además, en este caso, incluso podemos llegar a salir fortalecidos o mejorados, al sacar una ganancia personal una vez repuestos del golpe recibido.

Las situaciones adversas pueden llevarnos a descubrir partes de nosotros mismos que desconocíamos, ponernos en situación de reinventarnos, movilizar recursos internos que hubieran permanecido adormecidos de otra manera. Nuestras capacidades resilientes pueden resultarnos desconocidas pero todos las tenemos, y el distinguirlas puede ser de gran ayuda para poder sacar la mayor ventaja de ellas.

No todas las situaciones son iguales. El saber que en algunos casos nuestras mochilas son más pesadas y nuestros zapatos más incómodos, además quizá el terreno está empinado y el tiempo no acompaña. Esto puede hacernos sentir tristes y desalentados, pero una vez tomada la determinación de dónde queremos ir, nos convertiremos en la persona que podrá llegar.

Poner atención en lo que se hace es poner amor en lo que se hace. Sin poder poner atención nada de lo que hacemos puede tener mucho valor. Nuestra dedicación por los demás será como insulsa y mucho menos satisfactoria, e igual ocurre con nuestras ocupaciones realizadas de esta manera. Resulta fácil escoger la televisión para desconectar, otras veces recurrimos a tareas en las que aparentemente permanecemos muy ocupados. Podemos evitar así el ser conscientes del peso de nuestra mochila por un rato, de lo incómodo de los zapatos, del desnivel y de las condiciones climatológicas. No es un fallo, es humano.

Preferimos evitar sentimientos molestos pero benditos, a los que podríamos escuchar. Como la frustración, que me coloca en la realidad al mostrarme cuando mis deseos no se están cumpliendo, así me moviliza hacia la búsqueda de ideas creativas. Sentir mi propia incapacidad, para recordar que donde no alcanzo hoy podré alcanzar mañana, así la persistencia actúa ampliando mis límites. El sentimiento de fracaso o equivocación, cuando nos informa de que cierto camino no nos lleva al lugar deseado. Necesitamos la conexión con nuestro cuerpo físico y emocional para permanecer conectados a nuestra propia existencia,  así podemos actuar asumiendo con vitalidad aquellas responsabilidades que nos llevarán a donde si podemos llegar.

El lugar a dónde llegaremos no lo podemos saber de antemano, y no lo debemos condicionar a la propia valía. Nuestro valor no es cuestionable. Lo mejor que podemos hacer es navegar como mejor podamos en este mar de incertidumbre en el que con seguridad nos encontraremos, donde nuestros mayores obstáculos a sortear pueden venir de nuestro interior. Reconectar con nuestra realidad es atrevernos a vivir la carta que nos ha tocado en la vida sin querer cambiarla. Yo apostaré porque la realidad que hay en la esperanza podrá llevarme donde nunca podría un falso pesimismo.

 

Begoña Garcia