Con este concepto pretendemos explicar las situaciones en las que una idea preconcebida acerca de una persona, su comportamiento o su rendimiento o incluso aplicada a nosotros mismos, acaba siendo una realidad.

Para ilustrarlo hay múltiples ejemplos en la vida cotidiana: las ideas preconcebidas acerca del rendimiento de los alumnos por parte de los profesores acaban siendo realidad y se acaban plasmando en sus calificaciones, los prejuicios acerca de determinados colectivos respecto a cómo se comportan acaban limitando sus posibilidades reales de comportarse de otra forma y son reales, prejuicios de género como que en general las mujeres tienen menos capacidad para las matemáticas se reflejan en las estadísticas de estudiantes del género femenino que cursan estos estudios universitarios.

Lo realmente interesante es entender por qué ocurre. Por un lado, respecto a las ideas preconcebidas que tenemos hacia los demás, tengamos en cuenta que estas ideas son esquemas mentales que son sumamente útiles en la vida cotidiana para guiar nuestro comportamiento en la mayoría de las ocasiones (esquema mental de cómo comportarse en un restaurante, cómo actuar frente a una emergencia o peligro). Por tanto, cualquier idea preconcebida (acertada o errónea) irremediablemente influirá no sólo en como pensamos sino también en cómo actuamos y tratamos a estas personas. En el ejemplo del alumno y el profesor, si este último cree que el alumno es altamente eficiente, muy probablemente se volcará más en él, le asignará tareas más retadoras para que pueda demostrar su valía y en definitiva, promoverá su aprendizaje.

Por otro lado, y respecto a la persona que es objeto de estas ideas preconcebidas, el trato recibido condicionará su comportamiento también e incluso puede llegar a interiorizar y creer realmente la autenticidad de las mismas. En el ejemplo de las alumnas de matemáticas, si esta idea ya la han escuchado previamente, su interés por esta materia puede decrecer, si además han interiorizado el prejuicio, a la hora de demostrar su rendimiento en esta materia (exámenes) su autoconfianza puede verse mermada y adicionalmente el estrés adicional que puede suponerles intentar descartarlo influirá negativamente cada vez que lo tengan que demostrar.

Adicionalmente, una vez que tenemos una idea preconcebida, nuestra percepción de lo que realmente sucede no es imparcial, está sesgada hacia aquellos hechos que confirman esta idea y tendemos a descartar o no ver aquello que la contradice. Con lo cual lejos de someterla a crítica, la vamos reforzando.

Por último, tengamos en cuenta también estos efectos en nosotros mismos, pues nuestras propias ideas acerca de lo que somos o no capaces de hacer determinan realmente lo que hacemos y los objetivos que alcanzamos.

No es extraño, en conclusión, que nos convirtamos en ‘videntes’ o ‘magos’ respecto a lo que intuimos acerca de los demás y lo que realmente hacen, luego cabe reflexionar acerca de que quizás cambiando estas ideas podremos cambiar también las consecuencias de las mismas.

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