Es bien sabido que los miedos son totalmente normales en los niños, forman parte de su evolución y van por etapas y se pasan. Pero viene la pregunta: ¿Los padres les ayudamos en esas situaciones de miedo o nos aprovechamos?

Es común que recurramos a meterle miedo a nuestros hijos con el fin de controlarles, hasta en las canciones más inofensivas: “duérmete niño… si no viene el coco y te comerá”, a veces también con el fin de protegerles de algo: “no te quedes atrás que vendrá un señor a llevarte”.

En mi caso particular, acabo de descubrir un nuevo miedo en mi hija de tres años: ¡los vecinos! Un día en una conversación escuchó la palabra vecino y se puso histérica a correr por la casa, a llorar y a gritar “noooo, que vienen”. Una vez calmada le preguntamos sobre su reacción y nos dijo que los vecinos eran malos, que si hacíamos ruido subirían enfadados a echarnos la bronca. Nuestra conclusión: en varias ocasiones le hemos advertido que los vecinos se molestarían con el excesivo ruido que estaba haciendo en casa y subirían. Un miedo causado.

En verano las hormigas, los abejorros y una famosa libélula. Sabiendo que había mostrado un temor a esos bichos (correspondiente a su edad), salían frases como: “si no te duermes la siesta te va a picar la libélula”.

Aunque al final conseguimos que hagan lo que le pedimos, a la larga puede traer algún problema más serio.

¿A qué pueden tener miedo los niños?

A muchos de vosotros os sonarán estas situaciones:

Desde bebés empiezan con miedos a estar solos y a los extraños. Ya pasados los dos años comienzan a temer a algunos animales, a la oscuridad, a personajes de dibujos, a sus propias heridas. Más mayores pueden temer a monstruos y a fenómenos como truenos. Algunos temen a los médicos. Ya con los años van desapareciendo y temiendo a otras cosas.

¿Qué podemos hacer los padres?

  • Reconocer que el miedo está ahí (sin exagerar la situación) y no decirles que no pasa nada.
  • No evitar ciertas situaciones que les produce miedo (por ejemplo, dejarlos dormir con la luz encendida del todo) y por el contrario evitar actividades que empeorarían su actitud si son niños muy temerosos (contar cuentos de fantasmas, etc)
  • Ayudarles a controlar la situación (por ejemplo como en el punto anterior no dejar las luces encendidas pero sí puede ponerse una luz quitamiedos).
  • No engañarles, sino explicarles las cosas como son (por ejemplo, las hormigas sí pican)
  • No burlarnos para que en futuras ocasiones no trate de ocultar el miedo. Que no se sienta avergonzado e incomprendido.
  • No transmitirles nuestros miedos.
  • Distraerles con actividades que les relajen: escuchar música, dibujar, hasta practicar Mindfulness está muy apropiado.

En fin, los miedos son normales, todos los niños en algún momento los pasarán a una cosa u otra y tendrán etapas. Si notamos que es excesivo y que está interfiriendo con su desarrollo, con sus estudios, etc. sería conveniente verlo con profesionales. No dudes en contactarnos en conectia-psicologia.es para este u otros temas en los que necesites ayuda.