¿Cómo describiríamos a nuestro hijo? Es muy nervioso, no deja de moverse, está continuamente tocando cosas, hace rabietas, llora por todo… Y ¿Cuál es nuestra primera reacción? Ponernos nerviosos también y enfadarnos. Confieso que muchas veces es mi caso.

Hace un tiempo llevo dándole vueltas al tema, informándome y experimentando con mis hijas de 4 y 2 años. Son de carácter distinto, una es mucho más movida que la otra, pero creo que para todas las edades y todos los temperamentos, nunca viene mal tener un rato de relajación y descanso.

Los niños están en constante descubrimiento del mundo, son muy curiosos, fácilmente se excitan, es lo normal, no podemos pretender quitarles su naturaleza. Nosotros hemos pasado por eso en nuestra infancia de una u otra forma.

Cuando el niño es un poco más nervioso o inquieto acumula más tensión en su cuerpo, se podría decir que se estresan. Pero no podemos estar constantemente peleándonos con nuestros hijos, de hecho no es bueno ni para ellos ni para nosotros. Lo mejor es buscar recursos que nos sirvan para canalizar toda esa energía del niño de forma positiva. Puedes probar las siguientes recomendaciones, dependiendo de la edad del pequeño y sus gustos, para intentar que la situación sea más llevadera para todos:

  1. Nunca le digas al niño que es malo porque es inquieto. Muchas veces él no puede evitar estos comportamientos, así que de juzgar algo que sea a ese comportamiento y no al niño, y que él lo tenga claro: que nos molestamos con lo que hace y no con lo que es él.
  2. Trata de no perder los nervios, porque seguirán tu ejemplo cada vez más. Es muy difícil porque a veces sale de manera espontánea, pero seguro que podemos ir mejorándolo.
  3. En algún momento del día, realiza con él una actividad tranquila: algún juego de mesa, puzles, plastilina, pintar objetos, recortar… algo que le pueda gustar para quedarse un rato en ello.
  4. Que nos ayuden en las tareas de la casa. A los niños les encanta poder hacer lo que hacen los mayores y si se siente útiles mucho mejor. Si pueden ayudarnos en algo conseguiríamos distraerles y canalizar su energía: si estamos montando algún mueble nos puede ayudar a recolectar las piezas, limpiar el jardín, regar las plantas, lavar el coche… hasta lo de barrer el suelo es algo que les encantaría y con ello no los estamos esclavizando.
  5. Ayúdale a que libere tensión. Lo mejor para esto son las actividades al aire libre: jugar en el parque, a la pelota en el patio, montar bici… correr, saltar… sabes que eso siempre triunfa.
  6. Busca momentos cortos para la relajación, para estar tranquilos y quietos por un rato. Ojo, esto no significa sentarle a ver la tele y que estén en modo neutro, es más bien ratos para pensar con ellos, algo de ejercicios, lectura de un cuento, etc. Técnicas de Mindfulness para niños son muy interesantes.
  7. Cuando el niño esté tranquilo, hazle saber que estás contento por su comportamiento.
  8. En cambio si está muy inquieto, aunque nos cueste, a veces es mejor no ponerle mucha atención, ya que mientras más lo hacemos más se refuerza esa conducta. Claro está, depende de qué esté haciendo en ese momento, si es algo peligroso por ejemplo claro que hay que poner control.
  9. El contacto con la naturaleza cuando sea posible es un recurso muy bueno. A mis hijas lo de recoger piñas y mirar bichos en un campo las distrae mucho, son capaces de concentrarse. Los niños en general son llamados por la curiosidad. Un niño inquieto es capaz de relajarse recogiendo hojas y piedras en el campo y luego contarlas, jugar con la tierra y con el agua.
  10. Juegos específicos para la relajación. Leyendo sobre el tema descubrí unos interesantes juegos que ayudan a la relajación, y de hecho mi hija conoce alguno porque en el colegio lo han practicado y nos lo ha enseñado ella en casa. A ver si os suenan:
  • Juego de la ducha: Se pone el niño tumbado o sentado, y alrededor se colocan tres o cuatro niños más (en casa podemos hacerlo los padres, hermanos, etc.) haciéndole masajitos con las yemas de los dedos por todo el cuerpo simulando gotitas de agua de la ducha.
  • Juego del espejo: el niño se coloca en frente de otro (si no hay otro niño entonces frente a uno de sus padres). El niño realiza movimientos y gestos que el otro debe imitar como si fuese un espejo.
  • Juego de las carcajadas: se juega un grupo frente a otro (en casa con los que estemos, de hecho puede ser uno contra otro). Unos tienen que hacer gestos y acciones para que los otros se rían, y estos a su vez deben procurar estar serios.

Desde Conectia Psicología esperamos que estos consejos te hayan resultado interesantes, y sobretodo que puedas aplicarlos con éxito si es tu caso. Sabemos que muchas veces no hay mucho tiempo, o estamos muy cansados por la rutina de todo el día y nos cuesta intentar cosas nuevas, pero vale la pena sacar unos minutos al día para estos momentos de relajación con los hijos, con ello hacemos que sean más conscientes de ellos mismos, que se concentren más en sus actividades, que tengan mejor sueño, que valoren más las cosas y que haya menos estrés en la casa porque al final esto beneficiará a todos.

Cualquier duda con este u otros temas no dudes en contactarnos en conectia-psicologia.es

Hasta la próxima.