Los humanos pasamos casi un tercio de nuestras vidas durmiendo. Además, casi todas las especies animales duermen o tienen periodos de letargo o inactividad a lo largo de sus vidas, si bien las características del sueño entre ellas pueden ser muy distintas.

Todo esto nos hace pensar que el sueño ha de ser un proceso vital y necesario y si es común a las especies animales, quizás haya surgido como una ventaja adaptativa a lo largo de la evolución de las mismas. Probablemente esta ventaja resida en dos aspectos:

  • El sueño permite organizar la distribución del comportamiento de las especies de forma adecuada a lo largo del día, de forma que, por ejemplo, en las especies diurnas, permita que durante las horas de luz el animal pueda buscar alimento, reproducirse y relacionarse con sus semejantes y durante las horas de oscuridad, pueda esconderse de sus depredadores.
  • Por otro lado, el sueño permite un ahorro considerable de energía durante estos periodos de supuesta inactividad.

En los últimos años, y gracias a técnicas como el electroencefalograma (EEG) se ha descubierto que esta supuesta inactividad durante el sueño no es tal, y si bien hay fases dónde el metabolismo, ritmo cardíaco y temperatura corporal disminuye (sueño No REM) hay otras dónde ocurre todo lo contrario (sueño REM o paradójico).

Lo que aún hoy en día no está claro es la función que cumple el sueño realmente y por qué por ejemplo en mamíferos pequeños, una privación total del mismo durante un periodo prolongado puede conducir a la muerte del animal.

Alguna pista nos la puede dar los efectos que tiene la privación total o parcial del sueño en nuestra especie: lapsos de atención, irritabilidad y malestar, dificultades perceptivas, deterioro de la memoria e incluso la falta de sueño se ha identificado como factor de riesgo de enfermedades como la diabetes, hipertensión y obesidad.

Para ilustrar estos efectos 24 horas sin dormir o bien una semana durmiendo diariamente 4 horas, equivalen a un deterioro similar a una tasa de alcoholemia en sangre de 0.5/1 gr/l (muy superior a la tasa permitida para conducir).

Por tanto, todos los factores físicos y mentales que afectan a la calidad del sueño han de controlarse adecuadamente pues los efectos en nuestra salud a corto y largo plazo son evidentes.

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