¡Buenos Días! En artículos anteriores hemos tratando el tema de la generosidad y el dar a otras personas ¿Alguna vez nos hemos detenido a pensar qué nos ocurre cuando hacemos un regalo o hacemos alguna aportación benéfica?

Recibir un regalo nos llena de emociones, pero si no lo habéis notado, cuando estamos preparando un regalo a alguien especial para un cumpleaños, Navidad, Reyes Magos o cualquier ocasión dedicamos tiempo para pensarlo, elegirlo y prepararlo con todo detalle, y casi siempre estamos más pendientes del momento en que la otra persona lo reciba y lo abra que del regalo mismo. Aquí también entran en juego las emociones, y son más fuertes aún. Lo mismo pasa cuando se trata de dar a alguien necesitado.

Algunos expertos se han interesado por el tema y han obtenido una serie de conclusiones:

En 2010 Elisabeth Dunn y su equipo demostraron que los adultos eran más felices cuando se gastaban el dinero en otras personas que cuando lo hacían en ellos mismos.

En 2012, la Univesidad Columbia Británica realizó un estudio con niños pequeños cuyo resultado fue que los niños eran mucho más felices compartiendo sus golosinas con otros. A pesar de que mostraban alegría al recibir, la felicidad era mayor cuando eran ellos que daban.

La profesora Hamlim, de esta misma universidad, afirmó que cuando las personas recuerdan alguna ocasión en la que dieron algo por generosidad, se sienten felices. Los actos de generosidad mejoran la imagen que tenemos de nosotros mismos, y por tanto incrementan nuestra alegría.

Ahora sabiendo que somos más felices haciendo regalos vamos a experimentarlo, recordando que un regalo no tiene por qué ser caro para que agrade más y para que nos haga más felices, un simple detalle o gesto o unas palabras son incluso más valiosos.

¡Hasta la próxima!