Han proliferado mucho los emoticonos o emojis, pequeños iconos o imágenes que utilizamos para comunicarnos en las redes sociales. A propósito de esto quería hacer unas reflexiones desde el punto de vista de un psicólogo.

Por una parte, decir que estos iconos se inventaron en Japón, con el objetivo de condensar varias letras o palabras en un único símbolo y así economizar escritura. En relación a esto, el ser humano es muy dado a etiquetar y juzgar, bajo una palabra, adjetivo o frase, a una situación o persona. Esto es una reacción adaptativa que llevamos de serie, nuestro cerebro es muy complejo pero tendemos a la economía, ahorrar esfuerzos y energía, pues los recursos escaseaban para nuestros antepasados. Cuantos más recursos fuimos teniendo al alcance, el cerebro fue creciendo en tamaño y nos fuimos haciendo cada vez más inteligentes y conscientes.

De esta forma surgen los conceptos, condensar en unas conexiones neuronales ciertos significados. Obviamente, conceptualizar una situación con una sola palabra, por ejemplo, peligro, supone una reducción o simplificación. Sin embargo, nos ha permitido sobrevivir, ser capaces de darnos cuenta muy rápido de que cierta situación supone un peligro. Hoy día, cuando los peligros cada vez son menos y vivimos más años, aún seguimos utilizando las mismas estrategias: Juicios rápidos, conceptos simplificadores. La práctica de Mindfulness nos ayuda a no dejarnos llevar por los juicios – y pre-juicios- al actuar, persiguiendo así un conocimiento no conceptual y más cercano a la realidad.

Volviendo al emoticono, una de sus ventajas es que una imagen es más cercana a la realidad que unas grafías convencionales. Por tanto, nos llega más que una palabra. Sin embargo, como son imágenes pre-construidas y no modificables, nos impiden reflejar los matices que las palabras sí pueden trasmitir.

Incluso las propias palabras, muchas veces son pobres para reflejar los sentimientos de las personas. Por ello necesitamos acompañarlas, en una llamada de teléfono, del tono e intensidad de la palabra hablada. Incluso la palabra hablada queda pobre para expresarnos y entonces podemos recurrir a la videoconferencia, donde vemos también la expresión no verbal de nuestro interlocutor.

Es una gran ventaja contar con tantos medios técnicos para comunicarnos, los móviles, las redes sociales, etc. Pero no debemos olvidar las relaciones personales, reales, persona a persona que nos permiten tocarnos, olernos, sentirnos de una manera completamente distinta a la virtual. Tenemos que estar atentos para fomentar estos encuentros y no conformarnos con tener noticias de las personas. Es importante vernos y hablarnos cara a cara.

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