Cuando recibimos en consulta a pacientes que vienen a terapia de pareja, nos solemos encontrar que uno de los problemas más frecuentes que plantean es que uno de los miembros de la pareja suele contar algo, un suceso normalmente que han vivido ambos, que el otro miembro de la pareja no lo recuerda así. Ante eso, suelen surgir las típicas alusiones sobre la mentira y sobre quién tiene la verdad absoluta sobre lo sucedido y, por tanto, las discusiones.

El término verdad según el Diccionario de la Real Academia Española, en una de las acepciones, es “realidad – existencia real de algo” y es esta definición la que nos genera problemas dentro de la pareja. Cuando ocurre un suceso podemos considerar que las personas involucradas en él tendrán la misma opinión sobre lo que ocurre ya que, básicamente, damos por hecho que están experimentando lo mismo. Pero, realmente, aunque dos personas estén viviendo la misma situación, no están experimentando lo mismo, ya que cada uno piensa, siente y actúa de una determinada manera, sin ser conscientes de que la otra persona tiene su propia visión de lo sucedido.

Por tanto, la verdad absoluta como tal no existe. Ningún miembro de la pareja tiene más razón o menos que el otro cuando relatan un suceso vivido, porque solamente juntando ambas percepciones de la pareja podemos llegar a algo similar a una verdad absoluta. Pero aunque nos cuenten cada uno su versión, también hay que tener en cuenta que el paso del tiempo influye en lo que recordamos, tanto en cantidad como en calidad.

 

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