En estos días no está demás recomendar mirar los pronósticos del tiempo antes de salir, ser precavido y llevar a mano paraguas, chubasqueros, botas… genial, pero este artículo se centra más en cómo sobrevivir emocionalmente al mal tiempo.
Ya en anteriores artículos comentábamos cómo reacciona el cuerpo y la mente al otoño e invierno, pues algo similar pasa cuando llueve, está nublado o cae nieve. Al haber menos luz una serie acontecimientos físicos hacen que nos sintamos más apagados y a veces más irritables de lo normal.
No se trata de cuando esto sucede buscar a toda costa cambiar esos sentimientos llegando a tomar actitudes que no son reales. Muy cierto el dicho de «a mal tiempo buena cara», pero si no tenemos ganas de fiesta no podemos obligar a nuestro cuerpo. Se trata más bien de saber llevarlo y aunque parezca imposible, aprovecharlo.
¿Cómo aprovechamos los momentos de bajón emocional por el mal tiempo?
Es un momento en el que podemos encontrar calma y conectar con nosotros mismos. Escuchar nuestro cuerpo y nuestra mente. Las técnicas de Mindfulness en estos casos nos pueden servir de mucho, nuestros pensamientos pueden transformarse de algo negativo a positivo.
También conectamos con nuestro alrededor, con la naturaleza, escuchar el ruido de la lluvia tanto a través de una ventana como en el exterior (que además podemos tocarla y ver cómo cae), puede resultar reconfortante.
¿Qué pasa si por nuestro día a día necesitamos estar más activos?
Esa conexión con nosotros mismos también se puede hacer en movimiento: mientras nos trasladamos de un lado a otro por ejemplo. Ayuda mucho mantenernos en movimiento tanto física como mentalmente, y el descanso previo y posterior a la jornada.
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