Dada mi profesión de psicólogo, atiendo en mi despacho a muchas personas con problemas en sus vidas, que no se sienten bien. Y varios de ellos son personas con altas capacidades, lo que suele conocerse como superdotados. Algunos de ellos no son conscientes o no han sido diagnosticados. Sí: Ser superdotado es, muchas veces, sinónimo de inadaptación y problemas. Como en todo en esta vida, no podemos generalizar. Hay muchas personas con altas capacidades perfectamente adaptadas y felices.

Los superdotados se caracterizan por tener un cerebro que procesa todo mucho más rápido que la persona media, ya sea por una mayor conductividad en sus conexiones neuronales o por establecer más ramificaciones en dichas conexiones. Por ello, son muy rápidos comprendiendo las cosas y pensando soluciones. También sus percepciones y emociones se procesan mucho más rápida y profundamente. Son personas muy sensibles, hipersensibles, ya sea a los estímulos externos – sentidos muy agudos: vista, oído, olfato – como a sus estímulos internos: dolor, sentimientos, emociones, etc.

Pueden empatizar perfectamente con su interlocutor, pero muchas veces sufren con lo que este les cuenta, más incluso que la persona que le está narrando sus problemas. Hay algunos que, ante la incomprensión y rechazo de su entorno, se cierran sobre sí mismos y evitan las relaciones para sufrir menos. En psicología ya sabemos los problemas que comporta evitar las situaciones.

Sin embargo, aunque ser diferente a la media suele traer dificultades y ser envidiado y atacado por los “normales”, los superdotados pueden aprovechar sus altas capacidades de muy diferentes formas.

Lo más importante, como casi siempre, es darse cuenta. Ser consciente de que tu cerebro procesa más rápido. Si no sabes que posees esta destreza, sufrirás incomprensión de muchas personas, de ti el primero. Una vez detectado que se es superdotado, viene un esfuerzo de aceptación. Aceptarte como eres, diferente en algunas cosas a la media, pero muy semejante en tantas otras.

Una vez aceptado, viene ver cómo podemos adaptarnos. Por una parte,, adaptarnos a las situaciones creadas y pensadas para las personas de inteligencia y sensibilidad media: el colegio, muchos trabajos, redes sociales, etc. También adaptarnos a las demás personas con las que convivimos, intentar ponernos a su altura, saber y comprender que, tantas veces, no nos entienden, nuestro cerebro ha ido demasiado lejos muy rápidamente. Empatizar con sus formas de pensar, la mayor parte de personas no siente tan profundamente las cosas y no por ello son insensibles.

También podemos aprender estrategias para conocer, aceptar y controlar nuestras emociones y para hacer descansar nuestro cerebro de su excesiva actividad, como el Mindfulness: centrar la atención en el presente, en un aspecto del mismo.

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