Aquellos que me conozcáis sabéis que no soy muy propensa al uso de medicación como eje principal en el tratamiento de un problema psicológico. Considero que, dependiendo del problema, la medicación es un pequeño empuje para iniciar una terapia y para que el paciente pueda seguir con su día a día pero, en general, no me gusta que mis pacientes tomen una excesiva medicación, pues pueden acostumbrarse a ella y no trabajar el verdadero problema. Un claro ejemplo es, que hoy en día vivimos en una sociedad sobre-medicada, que puede tener sus pros y sus contras, pero yo, personalmente, veo más contras.

Se sobre-médica a los niños por problemas de conducta o de atención, a los adultos ante el mínimo sentimiento de tristeza y un largo etcétera. Lógicamente, esa medicación soluciona en la mayoría de los casos la sintomatología pero no el problema en sí. En cuanto se deje de tomar la medicación, todo vuelve al principio y nada se ha solucionado.

Dentro de la comunidad psicológica hay diferencias de opiniones en cuanto a este tema. Pero el otro día leía una noticia sorprendente, en Noruega se abría el primer centro psiquiátrico sin fármacos. Me gustaría resaltar que, además, de la opción de no usar medicación, el eje principal de la intervención se basa en la decisión que tomen los pacientes, es decir, hay una voluntad de cambio o de realizar una intervención para mejorar y, ellos deciden qué tipo de terapia seguir: farmacológica o no.

A mí, defensora de la no-medicación, me resulta muy llamativo que para todo tipo de trastornos permitan al paciente tomar una decisión sobre su intervención e incluso, que se planteen tratar a pacientes con trastornos mentales de cierta relevancia psicótica como esquizofrenias o trastornos paranoides, sin medicación. Pues son trastornos con una gran alteración de la química cerebral y en los cuales la medicación siempre ha sido beneficiosa para iniciar una terapia psicológica después. Quizás, llevamos años ejerciendo de forma equivocada y quién sabe si estamos, ahora, ante una verdadera revolución contra la sobre-medicación o una nueva moda en la que no se use ningún tipo de medicación, ni siquiera en los casos en que, realmente, es necesaria.

 

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