Ambos términos son utilizados en nuestro lenguaje coloquial y muchas veces como sinónimos, sin embargo, al usarlos al menos distinguimos el grado de severidad: usamos la depresión cuando consideramos que es algo más que una simple tristeza.

Aunque desde el punto de vista clínico son términos totalmente distintos: la tristeza es una emoción que como tal se experimenta durante un periodo determinado y se caracteriza por unos sentimientos, cogniciones y conductas específicos, mientras que la depresión es una patología identificada y catalogada, que cursa con una sintomatología específica, no es tan fácil establecer un diagnóstico claro de depresión y sobre todo, es complicado reconocer en uno mismo cuando en lugar de un estado triste estamos empezando a sufrir una depresión. Conocerlo es importante pues, entre otras cosas, determina cuándo debemos acudir a consultar a un profesional médico y por tanto seguir el tratamiento adecuado para superarlo. Es algo equivalente a saber la diferencia entre tener un simple resfriado y empezar a sospechar que tenemos una enfermedad más grave que probablemente requiera tratamiento médico.

Hay una serie de indicios que nos pueden ayudar a identificar el inicio de una depresión:

  • Un estado de tristeza prolongado (días o incluso semanas) sin una causa aparente como un hecho traumático, una pérdida o una situación objetivamente difícil.
  • Apatía constante, falta de motivación, sensación de ‘no querer moverse de la cama’, salir o realizar todas aquellas actividades que normalmente disfrutábamos. Imposibilidad de experimentar emociones positivas (alegría, tranquilidad,..).
  • Sensibilidad extrema, cualquier recuerdo o conversación nos hace llorar o estar a punto de ello.
  • Problemas para conciliar el sueño, problemas de memoria o para mantener la atención en cualquier tarea que lo requiera.
  • Pensamientos circulares y rumiativos, que no logramos ‘quitarnos de la cabeza’ a pesar de intentarlo. Todos estos pensamientos nos causan preocupación, ansiedad y/o tristeza.
  • Síntomas físicos evidentes: fatiga, pérdida de apetito o lo contrario (bulimia incontrolada), molestias corporales difusas (dolores de cabeza, vómitos, molestias gastrointestinales, visión borrosa, etc.).

Como se puede observar a pesar de existir indicios no existe un síntoma claro que nos ayude a auto detectar la depresión y esto es así porque la realidad es que no hay un momento a partir del cual pasamos de una tristeza ‘normal’ a un cuadro de depresión, sino que es un continuo en el que nuestra mente y nuestro cuerpo no se adapta a esta sensación o situación que nos produce tristeza y empieza a ‘enfermar’. Como haríamos en el caso de una enfermedad física que dura demasiado o nos genera mucho malestar, lo mejor es consultar con un especialista (psiquiatra o psicólogo) que nos pueda ayudar en el diagnóstico y sobre todo en el tratamiento para superarla.

Puedes contactar con nosotros en www-conectia-psicologia.es o llamando al 674 241513. Estamos en Calle Puerto Rico, 8A, zona Hispanoamérica / zona Costa Rica, 28016 Madrid. Te ayudaremos con temas relacionados con este artículo o con otros problemas que quieras resolver.

Síguenos en FacebookLinkedin y Twitter.  

fb-concetia