En alguna ocasión todos hemos experimentado un dolor corporal que no hemos sabido asociar exactamente a qué se debía. A veces hemos tenido dolor de estómago sin haber comido nada que nos pudiera sentar mal, o un cansancio excesivo sin haber hecho un esfuerzo importante a corto plazo. En estas circunstancias, al ser algo ocasional, solemos optar por tomar un antiácido, dieta blanda o un paracetamol.

Pero, ¿qué nos ocurre realmente? Suele ser bastante complicado, al menos al principio, asociar nuestro dolor físico a una circunstancia psicológica porque ello implica analizar nuestro entorno y darnos cuenta de que algo que nos está pasando desapercibido nos está haciendo un daño.

Nuestro cuerpo está siendo sometido a un estrés ambiental que no sabemos controlar y la forma que tiene nuestro cuerpo de avisarnos es a través de un síntoma físico y, normalmente, en alguna parte de nuestro cuerpo más sensible o en la cual solemos tener más dolencias. Personas con el estómago sensible lo notaran ahí, personas con dolores de cabeza le dolerán más, etc. Como comentaba más arriba, paliamos el dolor con medicación pues es a lo que estamos acostumbrados desde pequeños pero, tiene otra solución no farmacológica que es acudir a terapia psicológica.

En dicha terapia aprenderás a analizar el entorno y averiguar cuál es el factor externo que te está haciendo daño (problemas de pareja, laborales, familiares, de amistad, y un largo etcétera) y cómo afrontarlo para reducir ese malestar físico. Al principio costará solucionar ese problema pero una vez que has aprendido a identificar los estresores, verás como tu salud física mejorará de forma considerable.

 

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