Hay un nuevo concepto que se está imponiendo en salud mental, al menos en aquellos que la ejercemos con total libertad y honestidad, sin deudas hacia ninguna empresa o institución: Prevención cuaternaria.

Tradicionalmente, se hablaba de tres tipos de prevención de las enfermedades, también aplicable a problemas psicológicos:

  • Prevención primaria: Evitar que se presenten las enfermedades. Un ejemplo serían las vacunas o promover una alimentación sana.
  • Prevención secundaria: Intentar diagnosticar una enfermedad antes de que sea irreversible o presente síntomas visibles. Por ejemplo, los cribados para detección del cáncer de mama.
  • Prevención terciaria: Pretende, para un enfermo, la recuperación de su vida habitual, ya sea con su curación o paliando sus secuelas. Por ejemplo, utilizando opiáceos para el dolor crónico.

Si nos basamos en el famoso aforismo, atribuido a Hipócrates, “Primum, non nocere”: Lo primero, no hacer daño. Se trataría de que, con la intervención del profesional sanitario, no se haga más daño del que se pretende evitar. Si, por un exceso de celo, tratamos a aquel que no lo necesita o con alguna técnica que le produce más daño de forma que sufre más perjuicio que beneficio, no estamos siendo honestos con nuestra profesión.

La prevención cuaternaria trata, principalmente, de evitar las acciones sanitarias innecesarias y, en las necesarias, evitar el posible daño secundario.

La medicalización de la sociedad actual, está provocando una gran incertidumbre en todas las personas, que creen tener siempre alguna enfermedad acechándoles. Paradójicamente, en la historia siempre había sido al revés: Los sanitarios  (en las tribus antiguas los chamanes) intentaban disminuir la incertidumbre del paciente hacia la enfermedad o hacia la muerte.

Ejemplos de daños producidos por un exceso de prevención serían los siguientes:

  • En prevención primaria: Por ejemplo, la circuncisión infantil para prevenir posibles infecciones futuras.
  • En prevención secundaria: Extirpar mama o próstata con signos de tumor, sin saber si este hubiera sido puramente histológico o agresivo.
  • En prevención terciaria: Tratar con medicación a niños inquietos, adjudicándoles la dudosa etiqueta diagnóstica de TDAH.

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