Los trastornos de alimentación son un epígrafe que contiene varios tipos de trastorno relacionados con problemas en el hábito alimentario, ya sea una reducción o un aumento de la ingesta.

Principalmente, son mujeres las que padecen este tipo de trastorno psicológico y, sobre todo, menores de edad –adolescentes-, pero tampoco hay que olvidar a los varones que, aunque son un número más reducido, también sufren este trastorno.

Los principales tipos de trastornos de alimentación son:

  • Pica: Consiste en apetito y consumo de sustancias sin valor nutritivo (papel, tierra o pintura).
  • Trastorno por rumiación: Consiste en la regurgitación del alimento, es decir, la persona vuelve a traer a la boca alimentos anteriormente ingeridos, masticándolos y, volviéndolos a tragar o escupiéndolos.
  • Anorexia Nerviosa: pérdida significativa de peso según lo considerado mínimamente normal, miedo intenso a ganar peso o ser obeso y, en algunos casos, alteraciones en la percepción objetiva del cuerpo (caderas excesivamente grandes…)
  • Bulimia nerviosa: Las personas ingieren grandes cantidades de comida en poco tiempo, (atracón), teniendo la sensación de que no pueden controlarlo. Como consecuencia desarrollan conductas compensatorias, como el vómito.
  • Trastorno de atracones: la persona tiene episodios frecuentes de ingesta descontrolada de comida, superior a lo que se considera normal para su edad y circunstancias. La persona tiene la sensación de no poder controlarlos.
  • Otros trastornos alimentarios no especificados.

¿Cómo tratamos los trastornos alimentarios en Conectia Psicología?

Nos gusta tratar este tipo de trastorno desde un enfoque familiar pues, en la mayoría de los casos, suele haber algún problema en el entorno de la paciente que ha propiciado la aparición del trastorno. La intervención de la familia en la terapia nos ayuda, también, a educarles en cómo comportarse con su hija, consiguiendo que minimicen ciertas conductas castigadoras o represoras en la menor como consecuencia de su trastorno.

Además, hacemos una intervención psicológica en la menor que padece el trastorno, adaptada a cada caso: reducción de ansiedad, modificación de distorsiones cognitivas; y educadora en cuanto a hábitos alimentarios, roles de género, percepción de la belleza, etc.