Al igual que con las sustancias de consumo como pueden ser tabaco, alcohol, marihuana, cocaína u otras, también puede hablarse de adicción a determinadas conductas, como puede ser adicción al juego, a las compras compulsivas, comer por atracón o el sexo compulsivo. En los últimos años hay un objeto al que muchas personas nos hemos “enganchado”: el teléfono móvil. Y tenemos una conducta de consumo compulsivo de contenidos de internet.

Por una parte, es normal que miremos el móvil varias veces al día, pues hemos unificado en él diferentes objetos de uso cotidiano que antes teníamos separados: la agenda, el reloj, la calculadora, el teléfono, el ordenador, el periódico, la linterna, el ebook… También nos ayuda a realizar las gestiones que antes necesariamente hacíamos en persona, como las gestiones bancarias o las compras. Por tanto, puede decirse que nos ahorra tiempo y nos ayuda a no tener que acarrear tantos objetos con nosotros. Pero, por esto mismo puede convertirse en un objeto “de culto” al que poco menos que adoramos y sin el cual nos sentimos desnudos y ansiosos.

Hay diferentes marcadores que indican que una conducta se ha convertido en una adicción y, por tanto, en un problema para el que la realiza:

  • Cuando, por culpa de esta conducta, se resiente algún aspecto central de nuestra vida. Nuestro trabajo, si estamos continuamente mirando el móvil, podemos perder atención o concentración en el trabajo. Nuestra familia, el móvil puede disminuir el contacto con nuestra pareja o hijos. Nuestras relaciones, si descuidamos los ratos que pasamos con ellos por nuestra atención al móvil
  • Tolerancia: Cuando sentimos que cada vez hemos de aumentar las “dosis” para sentirnos bien. Cada vez pasamos más tiempo en redes sociales o consumiendo contenidos on-line.
  • Abstinencia: Cuando no podemos pasar periodos de tiempo sin el móvil o sin mirarlo, sin sentirnos ansiosos y buscarlo repetidamente. Es decir, vemos que nos estamos convirtiendo en “esclavos” de ese objeto.

Unos cuantos consejos que nos pueden ayudar a mantener a raya la “tiranía” del móvil:

  • Fijar algún día del mes como “día sin móvil” y lo desconectaremos para demostrarnos que no es imprescindible
  • En el trabajo, tenerlo guardado en un cajón y sólo mirarlo en los momentos de descanso, a lo sumo una vez cada hora. De esta manera gestionamos nosotros nuestro tiempo y no los demás a través de sus llamadas o mensajes.
  • En casa, en nuestros periodos de descanso, acostumbrarnos a dejar el móvil en otra habitación distinta en la que estamos. Así priorizamos la relación con nuestra pareja e hijos.
  • Quitar los sonidos que nos avisan de todo y limitarlos a las llamadas urgentes. El resto, ya lo trataremos cuando nosotros consideremos importante.
  • Cuando estemos compartiendo un rato con los amigos, el móvil al bolsillo, no tenerlo a la vista. Nos evitará que la otra persona piense que le faltamos al respeto, pues a veces parece que el móvil sea más importante que nuestro amigo.

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