Una de las sensaciones más desagradables que experimentamos con cierta frecuencia es la decepción.

Si pudiésemos expresarlo en términos aritméticos, la decepción sería la diferencia entre lo que esperamos acerca de una situación, persona o acontecimiento frente a lo que ocurre realmente. Además tiene signo negativo pues lo que esperamos siempre mejor o mayor que lo que realmente ocurre y cuanto mayor sea esta diferencia, mayor será dicha decepción.

Decepción (D) = Lo que sucede realmente (R) – Lo que esperamos que suceda (E)

  • Si R es peor que E à Decepción
  • Si R es mejor que E à Alivio o alegría
  • A mayor diferencia entre R y E, mayor decepción o alivio/alegría dependiendo del caso.

Al ser una sensación desagradable, intentamos protegernos de ella y muchas veces lo hacemos intentando y confiando que las cosas sucedan tal y como esperamos. Cuántas veces hemos intentado que las personas que nos rodean se comporten tal y como queremos que lo hagan. Cuántas veces también imaginamos cómo ha de ocurrir un hecho concreto e incluso nos preparamos previamente para que sea de la forma imaginada.

La fórmula tiene dos factores y claramente lo que sucede realmente (R) pocas veces está en nuestras manos o nuestra capacidad para influir no es total. Por tanto, parece obvio que sólo podemos actuar sobre nuestras propias expectativas al respecto (E).

No se trata de no tener expectativas o incluso intentar que el resultado siempre sea positivo imaginando unas situaciones dramáticas que nunca se producirán, sino más bien ser realistas y tener en cuenta nuestro propio conocimiento de la persona y/o la situación para determinar lo que podemos esperar, sin dejarnos arrastrar por lo que nos gustaría que hiciera o pasara. Esto implica un doble ejercicio de realismo y aceptación.

Es muy importante aprender a aceptar las situaciones y personas desde puntos de vista diferentes al nuestro, lo cual parece muy sensato pero es muy complicado a su vez y requiere mucha práctica. Sólo de esta forma conseguiremos que el resultado de la fórmula de la decepción sea nulo o incluso positivo.

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