En las sociedades occidentales nos vemos inmersos en toda una serie de cambios que afectan a muchos aspectos de nuestras vidas: laborales, tecnológicos, culturales, médicos, etc.

Si bien es cierto que muchos de estos cambios son realmente avances que nos facilitan la vida, hay un aspecto importante que pasamos por alto: todo cambio en el medio en que habita un ser vivo exige un proceso de adaptación y este proceso requiere su tiempo.

En la actualidad los cambios se producen a una velocidad prácticamente exponencial, de forma que es absolutamente imposible conocerlos en profundidad, considerar los efectos que pueden tener en nuestras vidas y mucho menos adaptarnos adecuadamente a ellos.

De esta forma, nos vemos ‘arrastrados’ por sus efectos y tenemos muchas veces la sensación de no controlar nuestras vidas. Esto provoca en nosotros varios tipos de reacciones dependiendo de la persona y la situación concreta, que van desde el rechazo absoluto hasta la aceptación incondicional. Evidentemente ninguno de los dos extremos parece la mejor solución, pero la cuestión es ¿dónde establecemos el límite óptimo que nos permita discernir entre todas aquellas situaciones novedosas para realmente adoptar las que nos benefician en nuestras vidas?

La respuesta no es sencilla y evidentemente depende de cada persona pero algunas directrices pueden servir para realizar la evaluación y ayudarnos a reflexionar:

  • No todo lo novedoso es necesariamente bueno ni mejor que lo anterior.
  • Nuestras vidas y nuestra rutina se asienta sobre una base más simple de lo que a veces pensamos y no necesitamos tantas cosas para vivir una vida plena.
  • Siempre que incorporemos una novedad, hagamos un análisis previo de ventajas vs inconvenientes personal, no nos dejemos influir por lo que la novedad en sí se supone que implica.
  • Mantengamos una mentalidad abierta y curiosa que nos permita descubrir todas las novedades y reflexionar acerca de su aplicabilidad.
  • Y sobre todo, démonos tiempo a nosotros mismos, no nos dejemos arrastrar por la inmediatez, no hay ninguna novedad que no requiera un periodo de adaptación.

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