He estado pensando en la relación que tiene el mundo de la moda con la psicología. Creo que esta relación es muy estrecha. Y además es una relación que no es reciente si no que viene desde la antigüedad.
Pensemos en las tribus aborígenes antiguas y sus rituales de entrada en la pubertad. Hombres y mujeres se engalanaban, en cada época con los medios que tenían: plumas, conchas, ropajes varios. Es decir, utilizamos para seducir, además de nuestras dotes físicas innatas como los demás animales, otros ropajes y adornos adicionales. Y, para ser aceptados por su futuro compañero sexual, tenían que estar “a la moda”. Y no solo se trataba del atuendo. También se juega con el cabello, su longitud y peinado. O el uso de ciertas pinturas en el cuerpo (ahora lo llamamos maquillaje). En cada época, de acuerdo a su desarrollo y costumbres culturales. La atracción sexual hacia el cuerpo es innata, viene “de serie” en el ser humano. Pero, durante el desarrollo, se aprenden y añaden toda una serie de elementos a eso que consideramos “el atractivo”, en cada época y cultura varían dichos elementos.
También la moda tiene relación con la identificación de la persona con un grupo y con la aceptación dentro de ese grupo. Queremos vestir a la moda para vernos aceptados por los miembros de nuestros grupos (grupo familiar, grupo étnico, religioso, de trabajo, etc.). Esta aceptación en el grupo nos aporta seguridad. También nos ayudan las modas para diferenciar a las personas de otros grupos y proteger a nuestro grupo de ellos, si suponen una amenaza.
¿Visto como quiero o como quieren los demás? Quizá podemos pensar: “Yo visto como quiero, me da igual seguir las modas, lo que quiero es ir cómodo”. Es cierto que, en un extremo, ser esclavo de las modas nos puede suponer un sufrimiento: Compararnos, no vernos guapos, gasto excesivo, etc. Sin embargo, el otro extremo, no hacer ningún caso a las modas, nos puede llevar a sufrir también, a veces inconscientemente: Si no nos preocupamos por agradar a nuestro entorno, familia y amigos, habrá personas que nos rechacen y estaremos más solos.
No sólo se trata de ir limpios y aseados, esto se da por supuesto. Es muy conveniente estar atentos a lo que se considera atractivo e intentar cuidarlo. Al menos, atender al gusto de nuestra pareja y familia. Desde el punto de vista de nuestras relaciones interpersonales, de poco sirve estar íntimamente convencidos de que vamos guapos y “a la moda” si ello no se corresponde con el gusto de las personas que nos importan. Hay que buscar el equilibrio entre ir cómodos, a nuestro gusto y agradar a los demás. No podemos olvidar que somos seres sociales y nos necesitamos unos a otros para subsistir.
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