El fin de semana pasado tuve la ocasión de ver la película de J. Bayona, “Un monstruo viene a verme”. Tenía interés en ver la película porque había recibido comentarios de todo tipo, gente a la que le había gustado y a otros a las que no, aunque todos coincidían en que la película era muy triste y de llorar durante todo el metraje.
Tengo que dar la razón a aquellas personas que me dijeron que terminaría llorando porque así fue, pero quitando el mal trago que se pasa al ser un drama familiar, me gustó mucho. Supongo que más o menos todos sabréis cual es la trama de la película, sin querer “spoilearos” mucho, consiste en una madre enferma de cáncer que vive con su hijo, de unos 10 años aproximadamente. Al poco de empezar la historia descubrimos que siempre a la misma hora de la noche se le presenta un monstruo, que es un árbol, el cual le cuenta una historia cada vez, tres en total. Al principio el niño no entiende el por qué le cuenta esas historias y tampoco entiende las historias ya que no son cuentos al uso, donde siempre hay un final feliz.
A medida que avanza la historia descubrimos más cosas del niño como que sufre bullying en el colegio, su padre vive en Estados Unidos, aparece su abuela y descubrimos más sobre el monstruo y el motivo de las historias.
Lógicamente, cuando uno termina de ver la película puede concluir diferentes cosas sobre el significado del monstruo y de las historias. Pero, desde mi punto de vista como psicóloga, considero que ver esta película puede dar lugar a que nos demos cuenta de que por muy pequeños o mayores que seamos, todo nuestro bagaje educativo a lo largo de nuestra corta o larga existencia nos sirve para afrontar determinadas situaciones duras y desgarradoras. El monstruo no existía en ningún momento, era una invención del niño para hacer frente con un amigo, ya que no lo tenía en el mundo real, a la situación más temida que era que su madre se muriera. Las historias que le contaba el monstruo eran cuentos que su madre le había contado cuando era pequeño. Historias que posiblemente, en ese momento no les dio importancia, pero cuando necesitó comprender que estaba ocurriendo en su mundo, recurrió a ellas para que le explicasen el porqué.
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