Seguro que más de una vez habéis oído o incluso habéis usado el término que aparece en el título, para nombrar al estado en que se encuentra una persona cuando ha vuelto de las vacaciones y le cuesta engancharse a la rutina laboral. Realmente, el término no existe como tal en ningún manual o compendió de medicina o psicología, podríamos decir que es acuñado coloquialmente entre la población pero no tiene una base científica que lo avale como tal.
La depresión postvacacional es un conjunto de varios síntomas, tanto psicológicos como físicos, que nos afectan todos a la vez cuando nos incorporamos a la jornada laboral tras un descanso vacacional. Principalmente los síntomas que sentimos suelen ser cansancio, malestar general, palpitaciones, sudoración, disminución del rendimiento, temblores, cambios de humor, aumento de la frecuencia cardíaca y respiratoria, etc. que si se dan de forma aguda y constante pueden desembocar en trastornos de ansiedad, estrés o depresión de forma individual o conjunta.
Principalmente, todos los síntomas se deben a una mala adaptación al regresar de las vacaciones y, por tanto, son tratables y solucionables siempre y cuando no se dejen pasar y se tomen medidas para solucionarlo.
A continuación, voy a comentar algunas pautas que se pueden seguir en la incorporación para que esta nos produzca menos desajuste.
- La primera de todas es aprovechar los pequeños descansos que tengamos como, por ejemplo la hora de la comida o algún time-break, para realizar alguna actividad agradable con familiares o amigos.
- Dormir mínimo ocho horas y mantener horarios correctos durante el día (mismas horas para levantarse, mismas horas para acostarse).
- Practicar relajación en intervalos regulares.
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