Si os dais cuenta, si respondo a esta pregunta os estaré revelando un poco mi secreto. Pero no me importa. Si fuera posible que todas las personas se sintieran bien con una simple receta, la daría. Como podéis suponer, no es tan simple.
Cuando una persona acude a un psicólogo en busca de ayuda porque se encuentra mal, muchas veces no sabe exactamente qué le pasa. Sin embargo, va a ser ella misma quien se va a curar, se va a sentir bien. ¿Cómo se consigue esto? A través de la alianza terapéutica.
Más allá de las técnicas concretas que aplique cada psicólogo, de la escuela teórica a la que este pertenezca… el aspecto técnico sólo contribuirá en un 15% en la curación del paciente. Esto ha sido analizado y estudiado profundamente en diferentes estudios. ¿Cuál es el aspecto que más influye en la curación? Con un 60%, la alianza terapéutica. ¿Qué significa esta alianza? Es el vínculo que se crea entre paciente y psicólogo. Como ha sido repetido por estudiosos y psicólogos de diferentes estilos: “Lo que cura es el vínculo”.
¿Cómo se forma este vínculo, esta alianza? En primer lugar, mediante la aceptación incondicional del paciente, por parte del terapeuta. El paciente debe percibir que el psicólogo le acepta sin condiciones, sin juzgarle, lo mismo que un padre a su hijo.
La alianza también se forja a través de la escucha empática. Más que hablar, un buen terapeuta debe saber escuchar. Establecer una comunicación empática, un intercambio de interacciones adaptándose al lenguaje del paciente, en lugar de obligar al paciente a entender el nuestro.
Hay que tener en cuenta que, la gran mayoría de personas que vienen a terapia tuvieron un problema de apego en su infancia. La terapia consistirá, básicamente, en restaurar esa relación de apego, que no fue segura con sus progenitores en su niñez. El psicólogo tomará el rol de figura de apego y su misión será crear un apego seguro con el paciente, a través de la alianza terapéutica. Tenemos que actuar a modo de padres: aceptando al paciente sin condiciones, pero también estableciendo límites. Estando siempre ahí ante las demandas del paciente y satisfaciendo las mismas como sólo un buen padre sabe hacer, que no siempre coincide con dar al hijo todo aquello que pide.
En este contexto, un aspecto importante a cuidar es la puntualidad. No debemos hacer esperar a los pacientes salvo emergencias. También es muy importante mirar al paciente lo más posible, establecer contacto visual y resonar continuamente con el lenguaje, verbal y no verbal, del paciente.
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