En principio, parece una pregunta fácil. Por supuesto que es bueno ser sincero, decir la verdad y no contar mentiras, pero todo depende de a qué le llamemos ser sincero.
Por ejemplo, ser sincero sería una persona que siempre dice la verdad. No obstante, hay personas que dicen siempre la verdad, de una manera muy directa y nos pueden ofender. ¿Por ejemplo, si tu compañero ha dicho una tontería o algo ilógico en relación a una noticia, es bueno decirle directamente “que tontería has dicho, es totalmente ilógico”?
La sinceridad entendida como decir todo lo que piensa uno sin filtro, en realidad no es habilidoso, no es positivo. Lo habilidoso es ser asertivo, es decir, expresar lo que uno piensa pero teniendo en cuenta los sentimientos del otro.
Muchas veces te dicen, es que la gente se enfada conmigo porque soy sincero, como si fuera una virtud que la gente no comprende. Esto no es así, seguramente se enfadan con esa persona porque dice lo que piensa sin filtros, sin tener en cuenta los sentimientos de la otra persona y eso no es bueno para nadie. Esto puede conllevar que dañemos a la otra persona, que lo que le digamos no sea constructivo sino ofensivo y por tanto no sea beneficioso para nadie.
Rememorando el ejemplo anterior, si una persona ha dicho una tontería o algo ilógico, no le decimos que ha dicho una barbaridad dejándole en evidencia, avergonzándole y dañándole, sino le decimos de manera amable que eso lo hemos buscado o analizado y por lo que hemos leído parece que no es así, ayudándole de manera constructiva a entenderlo y poder favorecer que lo interiorice y no se ponga a la defensiva como haría en el primer caso. Porque de hecho si le ofendemos, se pondrá a la defensiva y entonces no nos podremos comunicar ni llegar a un acuerdo.
Por lo tanto, se puede decir la verdad y ser sincero de una manera asertiva, encontrando un punto de encuentro con la otra persona, sin dañarla ni ofenderla sino ayudándola a comprender tu visión y a respetar la suya porque esa es la verdadera clave para el éxito.
Gracias,
Jara Estrella Fernández