Es muy común creer, pues así hemos sido educados, que las cosas que ocurren tienen una causalidad lineal. Todo tiene una causa única, clara, explicable. Yo, sin embargo, en mi consulta de psicólogo, no opero con esa filosofía. No aspiro a tener una teoría exacta y correcta del psiquismo humano. Sé que las teorías que maneje siempre serán susceptibles de cambiar o mejorarse. Las utilizo en tanto veo que son eficaces y eficientes para ayudar a mis pacientes.

Desde esta filosofía flexible, no veo la obligada necesidad de explorar, con el paciente, su pasado y a través de lo que ocurrió, ofrecer al paciente una explicación de por qué está ahora como está, con su malestar y sus problemas. Primero, porque creo que las causas de las cosas son múltiples, no únicas. Además, creo en una causalidad circular donde todo interactúa y es a la vez causa y efecto. Pero, fundamentalmente, porque una vez descubierta la supuesta causa del problema: ¿nos habremos basado en la interpretación del paciente, más que en lo que sucedió en realidad?, ¿de qué le sirve al paciente conocer la supuesta causa de sus problemas y máxime cuando esta es muy remota?

Es cierto que en consulta pregunto muchos aspectos del pasado al paciente. Su historia familiar, educación, posibles acontecimientos traumáticos. Juntos revisamos cómo suele comportarse. Y cómo varían sus conductas y sus problemas de un ambiente a otro. Pero mi objetivo al conocer la historia de comportamiento del paciente es poder ayudarle a cambiar. Pues, sólo con un cambio en su comportamiento o en su ambiente puede producirse una mejoría y una solución de sus problemas. Si el paciente continúa aplicando las “soluciones” que durante años ha aplicado, sus problemas seguirán sin resolver aunque, hipotéticamente, conociésemos la causa de los mismos.

Por tanto, mi labor como terapeuta se podría resumir en sugerir e inducir un cambio en el paciente, que propicie un cambio en su ambiente o en sus conductas. Como bien decía el cibernético von Foerster: “Si quieres ver, aprende primero a obrar”, que podríamos explicar así: Si quieres entender tu forma de actuar, primero actúa; o bien: Primero cambia algo, luego entenderás el porqué de tu mejoría.

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