En nuestra familia tenemos una costumbre desde 2004 que quisiera compartir con vosotros, lo llamamos Gran Hermano Familiar. Una vez al año, un fin de semana, nos reunimos todos, desde los abuelos a los nietos en un entorno diferente al habitual.

Uno de nosotros se encarga, cada año, de organizar el evento. Pensar en un paraje agradable, que esté más o menos cerca, por lo general, para evitar largos viajes. Encontrar, en el sitio elegido, un alojamiento hotel, casa rural, que tenga las suficientes habitaciones para alojar a tan nutrido grupo (la última reunión fuimos 23). También se encarga de coordinar las comidas y cenas para tantos. Un día, solemos comer en plan picnic, aprovechando la visita a algún sitio emblemático. Otro día, optamos por conocer la gastronomía típica local en algún restaurante del lugar.

Intentamos ir todos los integrantes de la familia. Los abuelos, los once hijos y sus parejas y los nueve nietos. Una vez, uno de nosotros se tuvo que desplazar desde Nueva York, donde estaba residiendo, para acudir al evento familiar. Nos acercamos al lugar, desde nuestra residencia habitual, con mucha ilusión para compartir tres días de convivencia total. Allí ves a los sobrinos que no tienes tanta oportunidad de ver durante el año. A los niños los cuidamos entre todos y disfrutan mucho con sus primos, tíos y abuelos.

Los planes que realizamos en el lugar no suelen ser muy ambiciosos, pues intentamos hacerlos todos juntos y es difícil encontrar un plan que pueda ajustarse a la vez a los abuelos, de casi setenta años y a los niños, desde los nueve meses de edad. Sin embargo, todos ponemos de nuestra parte para facilitar la convivencia. Como somos tantos, investigamos entre nuestros conocidos para conseguir alguna visita guiada interesante, como fueron una bodega en Rioja, el ayuntamiento de Salamanca, la catedral de Burgos, un monasterio cisterciense o el Santo Domingo precolombino en República Dominicana. Mención especial en estos años merece el viaje a Roma, un poco más lejos de lo habitual, que hicimos para conmemorar el 60 cumpleaños de la matriarca de la familia.

Normalmente hacemos unas camisetas o polos conmemorativos del evento, que solemos lucir todos durante el fin de semana y nos sirve para no perdernos en las ciudades que visitamos. Suele mostrar una fotografía de la familia y una inscripción relativa al evento.

Uno de los componentes esenciales de estos encuentros son los cuñados y cuñadas. Gracias a esta convivencia, se convierten en otros hermanos más y se integran en la familia. Aportan otras visiones e ideas que refrescan al resto y nos ayudan a ampliar nuestras miras y hacernos más tolerantes.

En definitiva, una costumbre muy recomendable, que refuerza la unidad familiar. Fomenta la empatía entre nosotros y nos ayuda a conocer de primera mano los problemas de los demás. Sobre todo sirve para ayudarnos unos a otros y trasmitirnos cariño.

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