A diferencia de lo que puede parecer, tener un día muy ocupado y lleno de actividad no provoca tanto estrés. Obviamente, necesitamos cierto equilibrio, dormir bien, comer sano, cierto grado de actividad física para estar sanos. Pero, con esas condiciones, tener el día ocupado es incluso más saludable que no tener mucho que hacer, desde el punto de vista de salud psicológica.
¿No os ha sucedido que, un día que tenemos muy ocupado, apenas sin un rato libre, ha ocurrido un imprevisto, una gestión inesperada y lo habéis encajado fácilmente entre tanta actividad? Sin embargo, un día que apenas tienes nada programado que hacer, surge algo inesperado y nos cuesta movilizarnos para realizarlo.
¿Cuál es el truco para no estresarnos ante un día repleto de actividades? No existe una receta mágica, pero sí podemos dar unas pautas que nos pueden ayudar.
- Manejar un horario, donde tengamos establecido el plan inicial del día. Puede hacerse el día anterior y revisarse temprano el mismo día. Así somos conscientes de lo que hay que hacer y nos vamos preparando mentalmente. Lo ideal es llevar este horario siempre con nosotros, agenda o móvil, e irlo actualizando y marcando tareas como completadas.
- Dejar algo de margen entre cada actividad, unos 10 minutos, para asegurar llegar con tiempo y poder prepararnos.
- Programar pequeños ratos de descanso a lo largo del día. Un paseo de 10 minutos a media mañana alrededor de nuestro lugar de trabajo. Levantarnos cada cierto tiempo de nuestro puesto de trabajo, para tomar un vaso de agua, una pieza de fruta y revisar y/o reprogramar nuestra actividad restante.
- Intentar tener un plan B para cada una de las cosas que tenemos que hacer. Por ejemplo, alguien que puede recoger a los niños del colegio si en último término no podemos. O alguien que pueda representarnos en una reunión, si no podemos asistir. Ejecutaremos ese plan B si nos sucede una emergencia, un atasco, etc. En ese momento, si nos sucede un imprevisto, avisar a los interesados con la mayor antelación posible y aceptar la situación. Estresarnos más por un retraso sobre el que no podemos influir, no nos ayudará a pensar con claridad y poder ejecutar nuestro plan B.
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