Hace unos días publicamos un artículo en el cual mencionábamos algunas cualidades de las personas creativas, entre ellas que el desorden incrementa el pensamiento creativo: el pensar lejos de lo convencional.

Se nos inculca desde pequeños que el orden lo es todo, que es la clave del éxito y que todo debe estar cuidadosamente en su lugar y categorizado. El desorden suele ser asociado a fracaso.

Un estudio realizado por la psicóloga Kathleen Vohs, de la Universidad de Minnesota, analizó el comportamiento de diferentes personas en habitaciones desordenadas y ordenadas. Las principales conclusiones del mismo fueron:

  • Los ambientes ordenados alientan la convención y el comportamiento según las reglas. Limitan la habilidad para innovar y encontrar soluciones más creativas.
  • Los ambientes desordenados aparentemente inspiran ruptura con la tradición y produce nuevos enfoques. Ayudan a ser más productivos, imaginativos y creativos.

Interesante ¿No? Seguro ahora nos surgen unas cuantas interrogantes:

¿Cómo sé si soy desordenado?

Si algunas de estas situaciones, entre muchas más, te resulta familiar puede que seas desordenado por naturaleza:

  • Acumulas cosas nuevas que no necesitas, por si un día las puedes utilizar.
  • Guardas cosas viejas «porque se puede necesitar algún día». Pasan años y te llenan un armario.
  • Almacenas cosas rotas o bien porque le tienes cariño o porque las podrías reutilizar.
  • Lees el periódico y lo dejas donde te pille. Pasan días y ni se te ha ocurrido tirarlo.
  • Te llenas los bolsillos o el bolso con papeles, tickets o cosas que piensas luego tirar o guardar en su lugar.
  • Compras cosas para organizar tu escritorio o tu armario (cajas, archivos, etc) y lo vas llenando de cosas y vuelves a crear caos.
  • Dejas la ropa que te quitas en el suelo o en alguna silla, incluso si el armario se encuentra a pocos pasos. 
  • Te tomas un café mientras trabajas en el ordenador y dejas en la mesa la taza sucia todo el día, habiendo pasado por cocina muchas veces.
  • Intentas colocar algo en su lugar pero como lo tienes todo lleno de otras cosas, lo dejas encima de la mesa.
  • Intentas «limpiar» el desorden y terminas guardando todo en una bolsa o escondiéndolo en un armario, con el fin de luego organizarlo de verdad.
  • Olvidas con frecuencia fechas o tareas pendientes.
  • Casi siempre tienes mucha prisa para las cosas.
  • Sueles dejarte las cosas “para mañana” y acumulas muchas tareas porque sueles centrarte en otras de menor importancia.
  • Te cuesta empezar a hacer las cosas.

¿Qué pasa cuando intento ser ordenado aunque en el fondo no lo soy?

A veces intentamos de una forma brusca seguir las “reglas que nos estamos saltando”. Un día quieres acabar con el desastre de manera drástica, pero puede que también disminuyas tu capacidad de pensar creativamente. Se trata de que cuando eres desordenado por naturaleza encuentres un punto de equilibrio entre el desastre y la necesidad de limpiar.

Tu mesa es un total desastre, pero es tu desorden y sientes tener todo controlado. Cuando no tienes las cosas en “su lugar” te ves obligado a descubrir formas creativas de poner todo, en cambio si de repente colocas todo de otra manera disminuye esa forma de resolver las cosas.

Si soy estrictamente ordenado ¿Tengo que dejar de serlo para ser más creativo?

Consejo: No vayas ahora a llenar tu mesa de papeles, platos sucios y basura, ni a tirar ropa y zapatos en tu habitación con el fin de ser más creativo. La relación entre el desorden y la creatividad no es casual. Los más creativos son más desordenados por naturaleza. Tal vez sí podrías experimentar no siendo tan estricto con el orden para tener un punto de vista distinto y estimular tu lado creativo.

¿Ha habido personas desordenadas que hayan alcanzado el éxito?

Muchas. Por poner un ejemplo Einstein, Mark Twain y Steve Jobs han sido a través de la historias personas con una gran imaginación y que con ella han logrado muchas cosas.

Hablando de Einstein, cerramos el artículo con una frase suya sobre el tema: «Si un escritorio desordenado es signo de una mente desordenada, entonces ¿qué debemos pensar de un escritorio vacío?».

Hasta la próxima.