En cualquier época o festividad del año, a los niños les emociona mucho el hecho de disfrazarse, y a muchos mayores también.
La principal razón es que juegan a ser otro.
¿Les sirve de algo disfrazarse?
Vestirse como otro o como otra cosa, e incluso los simples juegos de roles sin disfraz, tienen múltiples beneficios en el desarrollo de un niño:
- Exteriorizan sus emociones, les ayuda a ser más extrovertidos y menos tímidos.
- Desarrolla la imaginación y la creatividad. Una vez disfrazados los niños son capaces de agregar cualidades nuevas a sus personajes e inventar historias muy elaboradas.
- Ayuda al lenguaje, ya que al inventar historias utilizan palabras y expresiones que han escuchado pero no habían podido utilizar.
- Incrementa la capacidad de observar e imitar. Para poder representar a alguien, previamente hay que saber cómo es. Se fijan atentamente en lo que hacen otras personas y en las cualidades de las cosas y lo imitan en sus juegos.
- Adquieren la capacidad de ver desde otro punto de vista y ayudándole esto a ser más empático.
- Satisface la necesidad de los niños de ser como adultos.
- Favorece el juego simbólico.
Disfrazarse no le gusta a todo el mundo, si es bueno ¿Qué hago si no quiere disfrazarse?
Hay niños que no disfrutan para nada el hecho disfrazándose o maquillarse la cara. Se sienten inseguros o les da vergüenza. No se reconocen en el espejo. Ante esto, si toca ir a fiesta de disfraces o al cole por alguna celebración y a tu hijo no le gusta disfrazarse es importante no obligarle. En todo momento disfrazarse constituye un juego y una forma de pasarlo bien que tiene sus ventajas, pero no es indispensable.
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