Hace unos días leía una noticia desgarradora y trágica sobre una niña en Latinoamérica que decidía suicidarse porque consideraba que ella era una gran carga para su madre, la cual era madre soltera, y dejaba una carta explicando que ese era el motivo por el que tomaba su decisión. Posteriormente, se ha informado de que la menor se habría suicidado sin escribir ninguna carta y, por lo tanto, los motivos expuestos en dicha carta falsa no tendrían por qué ser los reales del suicidio. Independientemente de que la noticia sea real o no, me suscitó la necesidad de escribir un post sobre la información y mensajes que se dan a los menores, por parte de los progenitores y otros familiares.

Muchos padres consideran que como sus hijos son pequeños, considerando pequeños hasta los 12-13 años, no se enteran de lo que ocurre en casa, un craso error porque, realmente, se enteran de todo. Pueden interpretarlo mejor o peor, pero darse cuenta por supuesto. Cualquier discusión entre progenitores, aunque los menores estén en otro cuarto jugando, les afecta. El estado de ánimo de los padres repercute en sus hijos, si los padres están cabreados los niños pueden estar irascibles o temerosos; si los padres están tristes, los menores pueden estar tristes, etc. Si los menores se percatan de esto, como no van a interiorizar como verdadero e incluso creerse los mensajes que les dicen sus padres, aunque sea en un momento de discusión. Algunos padres pueden decir en momentos de tensión “en que momento naciste”, “es que te mataría”, “sólo me das problemas”, “trabajo muchas horas para que no te falte de nada”… argumentos que probablemente todos hemos oído en nuestros hogares, en mayor o menor medida, y que a día de hoy seguimos recordando. La mayoría de las veces son frases que se dicen en un momento determinado y se las presta atención unos segundos, pero si esas frases se repiten constantemente, ¿qué ocurrirá? El niño terminará interiorizándolas, creerá que no es un buen hijo, que es una carga para sus padres, etc. desarrollando, posiblemente, problemas psicológicos emocionales tales como problemas de conducta, depresión, ansiedad, etc. y en casos muy extremos llegando a autolesionarse o incluso cometiendo suicidio.

Por todo ello, es necesario ser conscientes de los mensajes que se dan a los niños, aunque estemos cabreados con ellos. Ya que un mensaje que a nosotros nos puede parecer un comentario sin más, dicho en un momento de calentón, a ellos puede hacerles un gran daño.

 

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