La semana pasada os escribía sobre la vulnerabilidad de la personalidad en los niños en el trascurso de la adolescencia a adulto. En la cual pueden experimentar determinados eventos estresantes o traumáticos que dan lugar a que su personalidad se modifique en una vertiente que les haga ser propensos a determinados problemas psicológicos.

En el artículo anterior me centraba en cómo se veían afectados los niños de las sociedades occidentales del primer mundo poniendo como ejemplo el caso del bullying, bastante frecuente actualmente, aunque hay otros problemas como los trastornos alimentarios que también pueden influir en el desarrollo de nuestra personalidad. Pero hoy quería mencionar a todos esos niños que no viven en el primer mundo y que sobreviven en condiciones inhumanas, estoy hablando, por poner el ejemplo más cercano, en los refugiados sirios que vinieron a Europa buscando un lugar donde vivir. Vinieron familias enteras, familias destrozadas por tener que abandonar su tierra y darse de bruces con la realidad de que aquí no eran admitidos.

Actualmente viven en campamentos esperando ser aceptados en algunos países donde han solicitado asilo, pero mientras su situación administrativa se resuelve, parece que nos olvidamos de que no son un papel o un número, sino seres humanos viviendo en unas condiciones nefastas. Quiero centrar el foco en los menores, tanto aquellos que tienen familia como aquellos que se han quedado solos. Los niños no entienden que hayan tenido que dejar su casa, su colegio, sus amigos y que deban estar en un sitio marginados del resto. El daño psicológico que esos niños están sufriendo en su infancia y, teniendo en cuenta que la situación se lleva prolongando años y seguirá muchos años más estancada, también en su adolescencia hasta llegar a su madurez. Nos encontraremos con una gran cantidad de adultos con problemas psicológicos.

No deberíamos mirar a otro lado, parece que la crisis de los refugiados no nos remueve nada dentro. Pero no deberíamos olvidar que si sufrimos viendo a niños destrozados psicológicamente por el bullying y nos lamentamos de no haber podido ayudarles antes. Quizás, si deberíamos hacer algo por los niños refugiados porque en este caso, la alarma de ayuda lleva encendida mucho tiempo.

 

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