Los celos entre hermanos son bastantes frecuentes a lo largo del período evolutivo de los niños, pensemos en nuestra propia familia o en la de algún amigo, siempre ha habido algún hermano que tenía envidia de otro y se sucedían constantes riñas y trifulcas cuando uno cogía el juguete del otro.

La envidia provocada por los celos puede darse en cualquiera de los hermanos pero, principalmente, quién más suele sufrirlo es el primogénito. Éste pasa de un momento en el que es el centro de atención de sus padres, a otro en que deja de serlo porque llega a la familia otro miembro al cual sus padres dedican atención.

Desde un punto de vista psicológico, la existencia de cierta envidia y rivalidad entre los hermanos es positivo para un buen desarrollo de la personalidad, pues aprenden a convivir en un ambiente en donde para conseguir algo tienen que o cooperar o enfrentarse dependiendo de la situación. Pero cuando los celos son exagerados y la envidia y rivalidad que siente uno de los hermanos por el otro es desmesurada, hay que intervenir.

Los padres normalmente excusan al hijo envidioso alegando que tiene celos del hermano pequeño y tampoco quieren dar mucha importancia al comportamiento y/o conductas algunas veces agresivas que realiza el hijo mayor. No prestar atención ante ello puede ser una forma de evitar un conflicto mayor y a veces puede generar una solución satisfactoria. Pero, en cambio, otras veces no es así, no atacar el problema en un principio hace que el hijo mayor que siente esos celos, empiece a experimentar ansiedad ante muchas situaciones, tener escaso apetito o decir no a todo lo que se le propone son algunos de los síntomas que indicarían que los celos se están convirtiendo en algo patológico.

 

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