Si le pasamos un test de inteligencia, sencillo pero bien construido, a una persona media, ya sea niño o adulto, obtendría una puntuación en torno a 100. La mayoría de las personas estamos entre 70 y 130. Una pequeña minoría superará 130; En estos casos, sospechamos que la persona tiene alta capacidad intelectual. No obstante, estos tests no son infalibles por lo que, ante esa sospecha, habría que hacer una evaluación más exhaustiva, con un psicopedagogo de confianza, para verificar esta alta capacidad.
¿Cuándo viene mejor conocer esta cualidad en una persona? Lo ideal es saberlo cuando es un niño, hacia los 6 o 7 años, para poder darle una formación más personalizada en el colegio y que los padres tengan en cuenta ciertas pautas para su educación. Si ya es difícil educar a un niño, es sabido que los niños no vienen al mundo con un manual bajo el brazo, es todavía más complicado cuando nuestro hijo tiene alguna cualidad que se sale de la media, pues ya no nos servirán los consejos estándar de nuestro entorno.
Cada día somos más conscientes de que la inteligencia no puede reducirse a un número. Existen tests cada vez más sofisticados, que miden hasta ocho tipos de inteligencia diferentes: verbal, numérica, espacial, musical, etc. Según la O.M.S., superdotada sería una persona que supere 130 en un test homologado de inteligencia. Hoy día, utilizando la teoría de las inteligencias múltiples de Gardner, definiríamos superdotado a una persona que está por encima del percentil 75 en todos los tipos de inteligencia. Si sólo destaca en un tipo concreto, diremos que tiene talento de ese tipo. Existen alrededor de un 2% de personas superdotadas en la población, según esta definición.
¿Qué características en un niño pueden hacernos sospechar que tiene altas capacidades intelectuales? Generalizando, ya que no todos los niños cumplirán todas ellas, suelen ser niños que aprenden muy pronto a leer, quizá ellos solos, tienen mucha facilidad con los números, son despistados y están “en su mundo”, son exigentes y perfeccionistas. A estos niños les suele gustar estar con niños mayores, tienen poca resistencia a la frustración, cuestionan las normas y la autoridad, tienen una gran imaginación y formulan muchas preguntas. Otra característica que suelen tener estos niños es que son muy sensibles, desde el punto de vista sensorial y físico, así como desde el punto de vista emocional. También suelen tener muy buena memoria, recuerdan muchos detalles y son muy creativos.
¿Qué pueden hacer los padres de un niño superdotado? Lo primero que aconsejamos a los padres es que se apoyen en un psicólogo de confianza, que les aconseje unas pautas básicas de educación. Es importante que, en el colegio del niño, sepan de esta alta capacidad, para que intenten personalizar su formación lo más posible. Lo más importante es normalizar este hallazgo, tratar al niño con mucho cariño como siempre e insistir en su normalidad frente al entorno. Es sólo una cualidad donde sobresalen, pero hay muchas otras que conforman a la persona.
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