Seguro que alguna vez has notado que en estos días que tarda en ponerse el sol te da sueño más tarde o simplemente estamos más activos. Los primeros días de los cambios horarios se suelen notar con cierta fatiga, pero al cabo de un tiempo todo en nuestro cuerpo se ajusta.

La razón es porque disponemos de una especie de reloj interno. Con ello hablamos de lo que se conoce como ritmo circadiano.

La explicación científica a esto es que cuando amanece y nos despertamos, al entrar en contacto con la luz natural nos animamos. Es porque con la luz liberamos dopamina, que activa el organismo y serotonina, la hormona responsable del bienestar y felicidad. Cuando desaparece la luz, entonces segregamos melatonina, que induce al sueño y al cansancio. Estas hormonas dicen al cuerpo si es de día o de noche.

Por eso a nuestro cerebro no le importa que en nuestro reloj artificial sean las nueve de la noche, si todavía hay claridad. Nuestro organismo permanece activo.

Nos pasa también con los viajes de larga distancia a lugares de otras zonas horarias. Quienes hemos viajado justo al otro lado del mundo siempre buscamos algún truco para afrontar el llamado “jet lag” (trastorno del cambio de horario) y pensamos que obligándonos a permanecer despiertos cuando es de día nos regula el sueño. La verdad es que quien ajusta este reloj al cabo de unos días es la propia luz.

¡Así que a disfrutar estos días tan largos! Hasta la próxima.