Si nos ponemos a pensar, cada vez más la tecnología nos está robando parte de nuestras tareas, todo se vuelve más fácil «a nuestro favor», ahorramos mucho tiempo y esfuerzo, aunque en realidad con esto, y con las rutinas, nos estamos convirtiendo en automáticos para muchas cosas. Robots cocinan por nosotros, ya todo lo podemos comprar a distancia, los coches aparcan por nosotros, muchos móviles se activan con nuestras huellas digitales o nuestra voz, los ordenadores graban nuestros datos para poder tener accesos automáticos, y así muchísimos ejemplos más.

No es que esto nos vaya a suponer graves problemas, pero lo común es que, con el paso del tiempo o según el ritmo de vida que llevemos, vayamos teniendo pequeños olvidos y despistes, o nos cueste recordar algunas cosas. Entonces se hace necesario cada vez más ejercitar tanto nuestro cuerpo como nuestra mente. Y a falta de tiempo para muchos, podemos aprovechar las tareas del día a día para hacerlo.

Algunos pequeños ejemplos:

  • Si sabemos un número de teléfono, para llamar podemos marcarlo con el teclado, en lugar de la vía rápida de buscar contacto y ordenar llamada.
  • Si guardamos un número de teléfono en nuestra agenda, no recurras al «hazme una llamada y lo dejo grabado». Intenta escribirlo.
  • Si llevamos una lista de compras a un comercio, tratar de memorizarla antes y comprar las cosas sin la lista. Aunque no está demás antes de irnos de la tienda darle un repaso a la lista para evitar olvidos importantes.
  • Algo que hago mucho es introducir de forma manual los usuarios y contraseñas en los lugares que lo requiera, es decir, no dejar las sesiones que se inicien de forma automática, de manera que me obliga a memorizar y recordar datos. Dado el nivel de información tan grande que se maneja hoy en día y que estamos inscritos en muchos sitios que requieren usuarios y contraseñas, es conveniente tener guardada una lista de todo para cuando haya un momento de olvido. Somos humanos, no ordenadores.
  • Hacer repasos mentales al final del día de las tareas que hemos hecho y lo que nos ha quedado pendiente.
  • Escribir. Las listas de tareas, de compras, sacar cuentas sencillas, etc. No vale dictarlo al móvil y que configure una nota.
  • En el ordenador, si podemos evitar en algunas ocasiones el copia y pega, y escribir directamente, también es un tipo de ejercicio.
  • Salir de la rutina. Por ejemplo, si tenemos que ir en metro al trabajo día a día, vayamos por otra ruta, o bajemos antes y terminemos el trayecto andando.
  • Si tenemos que mezclar ciertos ingredientes en la cocina, de vez en cuando dejar guardada la batidora y utilizar el tenedor de toda la vida, nos puede venir muy bien.
  • En el supermercado, podemos ir practicando sumas o restas mentales, jugando con los precios y los descuentos, sumando aproximados rápidos de en cuánto nos va a salir la compra, etc. Claro, siempre y cuando estos totales no sean de la toda la compra de un mes, ya que, insisto, no somos la caja registradora.
  • También podemos ir calculando cantidades de cosas que necesitamos.
  • En nuestro tiempo libre, leer, dibujar, realizar crucigramas, sopas de letras o cualquier otra actividad que requiera cierto esfuerzo por parte de nuestro cerebro.

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