No es tan obvio como cuando decidimos ir al médico si, por ejemplo, tosemos o no respiramos bien. O si nos duele el estómago o nos hemos dislocado la pierna. Sin embargo, muchas de nuestras dolencias más “físicas” tienen su origen en alteraciones psicológicas. Cuerpo y cerebro son partes inseparables de la persona y se comunican mediante proteínas y señales electroquímicas. Lo que afecta a uno afecta al otro y al revés; si uno se mejora, el otro se beneficia.

Hay síntomas del cuerpo que son muy visibles, como son las heridas que sangran, un hueso roto, enrojecimiento y mucho calor por fiebre…. Hay otros, como el dolor, que aunque se perciban como físicamente localizados, necesitan para su percepción que se estimule el cerebro y nos haga conscientes del mismo.

Finalmente hay otros síntomas más invisibles, pero no por ello  menos molestos y que catalogamos como psicológicos por su localización cerebral o no específica.  Sin embargo, son físicos y plenamente reales, se basan en hormonas y estímulos neuronales y muchas veces nos incapacitan tanto o más que una pierna rota. Se trata de pensamientos, sensaciones y emociones que, juntos, se perciben como “malestar”. Cuando este “malestar” nos incapacita, interfiere significativamente en nuestra vida cotidiana, en nuestras relaciones familiares, sociales o en nuestro trabajo, es el momento de pedir ayuda a un psicólogo.

De igual manera que, cuando tenemos mucha fiebre o tos, vamos al médico de familia y, sin saber qué es, le decimos: “doctor, atiéndame, estoy malo”; de la misma forma, cuando sentimos malestar psicológico persistente, deberíamos acudir al psicólogo y decir: “Por favor, atiéndame, me encuentro mal”. El psicólogo, de igual forma que los médicos, evaluará a través de los síntomas el problema subyacente. Y, utilizando técnicas avaladas científicamente para cada tipo de problemas, te sugerirá diferentes estrategias para que puedas afrontar y mejorar de tu malestar.

Los síntomas siempre nos hablan de algo que no funciona correctamente en nuestro cuerpo. A veces, el problema principal se cura o corrige sólo, con el tiempo y entonces sí que puede funcionar eliminar temporalmente los síntomas. Pero si estos persisten en el tiempo, es mejor escucharlos ya que nos conducen al problema principal. Lo que más nos ayudará serán las técnicas enfocadas a corregir el problema principal, aunque sea actuando a través de los síntomas.

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