Hace unos días tuve la suerte de acudir invitado a presenciar el campeonato del mundo de karting en su categoría reina OK, que se celebró en Grantham, Inglaterra. Compartimos esos días con la familia Vidales, que nos acogió como si fuéramos sus hijos. Mi hermano, Nacho Núñez, se encarga con mimo de la comunicación y redes sociales del hijo mayor de la familia, el piloto David Vidales.
Pudimos ser testigos de la vida ordinaria de la familia Vidales y entender, desde dentro, por qué su hijo es un gran campeón de karting y, con toda seguridad, llegará muy alto en el automovilismo mundial en unos años.
Desde el primer minuto, descubrimos el trabajo que hay detrás de esta afición y dedicación familiar. Como le han enseñado desde pequeño, David es uno más en su equipo de karting, llega cada día con los primeros y no se va hasta que está recogido el último tornillo. Como nos comentaba Nacho, su padre, en ‘petit comité’, él aprendió a trabajar y sacrificarse por lo que quieres desde bien pequeño, trabajando con su padre y los camiones de sol a sol, haciendo todas las tareas necesarias, desde desmontar y poner a punto el camión hasta conducirlo por toda Europa. Este espíritu de trabajo lo ha inculcado a su hijo David.
Así es David. El domingo, después de celebrar tímidamente el subcampeonato mundial con su familia y amigos, se fue a la carpa de su equipo Tony Kart, compartió saludos y felicitaciones con todos sus compañeros, reconociéndoles su parte de mérito en el triunfo de ese día e, inmediatamente, se puso a trabajar, recogiendo la información de la carrera y todo el material. No fue hasta que no quedó una sola pieza por guardar cuidadosamente en el camión, que David no marchó a cenar y a descansar. ¡Y eso fue el mismo día que acababa de conseguir ser subcampeón del mundo de su categoría! ¡Y el primer año que lo intentaba! Esto demuestra que la verdadera categoría de David es su categoría humana.
Los padres de David nos abrieron su vida familiar para acogernos esos días con generosidad total. Nos brindaron su coche de alquiler donde íbamos como si fuésemos un hermano más de la familia, Nos acogieron e invitaron a todas sus comidas familiares, donde compartíamos sus inquietudes, sus anhelos y sus alegrías, siempre contenidas.
Cuando conoces a David, como hemos tenido la oportunidad este largo fin de semana, te das cuenta de la fuerza mental de este adolescente de 15 años. Su capacidad de sufrimiento, de sacrificio, de trabajo. Tiene los pies tan en el suelo y, a la vez, el corazón y la ilusión en lo más alto. Cómo quiere a su hermana y a sus padres, que son lo más para él. Los quiere con obras y no con bonitas palabras, se le nota, ¡Se te nota mucho tu gran corazón, David, has tenido buenos maestros!
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