En terapia cuando acuden menores por problemas de conducta, estos suelen estar relacionados con una alta ansiedad y un bajo nivel de tolerancia a la frustración, una combinación explosiva que da lugar a que el menor no sepa controlarse. Lo primero que se plantea el terapeuta es reducir el nivel de ansiedad que padece el menor ante la frustración y, en segundo lugar, trabajar el motivo de esas frustraciones.

Con adultos, en la consulta, se trabaja la ansiedad con técnicas conductuales o meditaciones (según la vertiente psicológica con que se trabaje), pero estas técnicas no pueden usarse directamente con los menores, pues ellos no las entienden. Por lo que hay que modificarlas para adaptarlas a su edad o bien usar técnicas ya utilizadas con menores, aunque cada niño es distinto y lo que funciona bien con uno, no funciona con otro. Ante lo que yo recomiendo que cada técnica se adapte a cada menor.

Para trabajar la relajación, lo primero, es prestar atención a nuestra respiración y aprender a modificarla a nuestro gusto. A un niño se le puede explicar y puede llegar a comprenderlo, pero a la hora de practicar diferentes formas de respirar es difícil que nos siga. Por ello, yo utilizo una técnica llamada “respiración con globo”, con ella se explica al menor que nosotros somos como un globo y cada vez que nos enfadamos nos vamos hinchando poco a poco, hasta que llega un momento que explotamos, como le sucede al globo cuando se infla mucho. El niño comprende la analogía entre su enfado/ira y la explosión del globo, pero a la vez mientras va inflando el globo va trabajando con su caja torácica y los pulmones.  Es una forma de empezar a entrenar las diferentes formas de respiración, viendo el efecto en el globo que se infla.

 

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