Mi hermano Nacho trabaja en una empresa de comunicación, Hadock Creativos y lleva la web y gestión de medios de un chico que es un genio de la velocidad sobre cuatro ruedas: el piloto David Vidales, El pasado fin de semana se celebraba la segunda carrera del campeonato de Europa de karting, en el circuito Fernando Alonso de Oviedo. Tuve la suerte de poder acompañar a mi hermano en su viaje de apoyo a David Vidales, tuvimos un pase de fin de semana, cortesía de la familia de David.
¿Qué pude ver en David Vidales que destacase, en mi mente de psicólogo? Me di cuenta, por una parte, de que el mundo de la velocidad, de las carreras, es muy competitivo. Allí participaban unos 200 pilotos en las distintas categorías, provenientes de todos los rincones del mundo. Finalmente, se irán desinflando muchos de ellos. Excepcionales allí habría uno, dos a lo sumo, que serán el futuro de la F1 y otras pruebas emblemáticas. Otros de ellos, con algo de suerte, podrán dedicarse al mundo del motor en otras categorías. La mayoría tendrán que abandonar su sueño. Es una afición o dedicación muy cara y, sólo con unos parientes muy adinerados, se puede sobrevivir si uno no tiene una gran calidad.
¿Es David Vidales uno de los excepcionales? A mi juicio sí. Además de su extraordinaria pericia como piloto, que comparte con algunos de sus compañeros, pude encontrar en David algo poco común para sus 15 años: Una gran tranquilidad y control mental y emocional.
A lo largo del fin de semana se iban sucediendo las carreras clasificatorias. En estas, no es tan importante quedar primero como mantenerse en los puestos de arriba y acabar todas. Es el momento de calcular. Quizá asumir muchos riesgos puede darte una gloria… pasajera. Si mantienes los nervios a raya y sólo usas tu instinto asesino cuando es necesario, vas consiguiendo poco a poco una buena posición de salida para la carrera final. Después de cada carrera clasificatoria, acudíamos a ver cómo se encontraba David. Ya hubiera obtenido un tercero, quinto o sexto puesto, David transmitía tranquilidad, calma y cálculo interior.
Finalmente David salió sexto en la carrera final, con algo de lluvia y 36 pilotos en liza. Desde fuera era obvio que, sólo mantenerse en pista y no chocar con alguno de los otros, en el centro de la parrilla, ya es un logro. De hecho, muchos fueron cayendo, víctimas de su precipitación, de algún contrario desalmado y, por qué no, de la mala suerte. David se fue manteniendo en pista. Salió séptimo en la reanudación, después de una bandera roja por lluvia. Fue aprovechando diferentes ocasiones, que buscó con paciencia, para finalizar en un meritorio tercer puesto.
Obviamente, hubiese sido perfecto ser primero. Pero David sabe que lo perfecto es enemigo de lo bueno. Con ese tercer puesto tuvo su merecido momento de gloria, subiendo al podio delante de tantos familiares que se desplazaron por España a verle. Sin embargo, lo que no era tan visible, sí en la cabeza de David, es que con ese tercer puesto, añadido a su tercera posición en la primera carrera, se coloca como… ¡líder diferenciado en el campeonato de Europa, su verdadero objetivo!
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