En líneas generales, una decisión es una respuesta a una situación en la que existe más de una opción u alternativa de elección. La elección suele estar basada en nuestras expectativas sobre qué puede ocurrir al elegir una u otra opción y en la evaluación de las posibles consecuencias en función de nuestras metas y valores.

Existen múltiples teorías que explican el proceso de la toma de decisiones teniendo en cuenta estos dos aspectos: teoría normativa (según la cual las personas eligen aquello que tiene el máximo valor en los resultados que desean obtener), teoría de la utilidad esperada (según la cual las decisiones de las personas han de ser coherentes con sus valores), teoría de la perspectiva (que pretende explicar la naturaleza de las preferencias de las personas dependiendo de su actitud hacia el riesgo), etc.

Además de todas estas teorías, hay una serie de aspectos colaterales pero fundamentales en el proceso de toma de decisiones que tienen gran influencia en el resultado de la elección:

  • Necesidad de justificación de la elección tomada: muchas veces tomamos una decisión en función de lo fácil que es defender o justificar esta elección ante nosotros mismos y los demás. En este sentido las decisiones ‘más deseables’ suelen ser las más elegidas, tenemos múltiples ejemplos en los comportamientos y actitudes de muchos personajes públicos.
  • La toma de decisiones no es un proceso estático, sino que muchas veces debe reconsiderarse repetidas veces en función de aspectos que cambian en el contexto o de nuestra propia situación. En este sentido, el conocimiento más o menos profundo de la situación sobre la que tenemos que optar por una alternativa, el papel que desempeñamos en la misma son aspectos fundamentales. No tenemos la misma perspectiva al tomar una decisión cuando actuamos como padres, que la que teníamos cuando éramos hijos, cuando actuamos bajo la dirección de nuestro jefe que cuando lo hacemos como responsables de nuestros equipos de trabajo.
  • Y por último, las decisiones también pueden estar emocionalmente cargadas, dando lugar a juicios más positivos o negativos y modificando el resultado de las mismas. Por ejemplo, los estados de ánimos positivos dan lugar a búsqueda de alternativas más variadas y a la sobrevaloración de la ocurrencia de acontecimientos favorables infravalorando los desagradables.

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