Uno de los temas más importantes en psicología es la solución de problemas. Prácticamente todos los pacientes que acuden a terapia tienen un problema vital que no saben cómo resolver, pues las soluciones intentadas hasta el momento no han funcionado, o incluso agravan más el problema.
Hay muchas personas que, al llegar a una cierta edad, se plantean tener niños, generalmente motivadas por el instinto natural de procreación. Sin embargo tener hijos no debería plantearse como la solución a un problema, ya sea de convivencia de pareja, ya sea de soledad, etc. En esos casos, la solución del problema puede convertirse en un problema adicional y más grande.
Cuando una persona o una pareja tiene un problema, lo mejor para solucionarlo, desde la técnica de solución de problemas, pasa por un primer paso, que es explicitar y definir operativamente el problema. En el caso del malestar, soledad o discusiones de pareja, no siempre el problema es no tener hijos, pero muchas veces se confunde el planteamiento: “No tengo hijos, un hijo puede alegrar nuestra ya aburrida vida…” cuando quizá el problema podría mejor plantearse como: “No me siento feliz, voy a intentar buscar actividades que me llenen, aficiones, hacer deporte, ayudar a los demás…” o “tenemos problemas de convivencia en pareja, no tenemos buena comunicación, quizá una terapia de pareja puede ayudarnos a llevarnos mejor…”
En algunas ocasiones, sin embargo, una persona o pareja tienen claro que desean tener un hijo, ya sea para realizarse como persona, para dar su cariño inmenso a un nuevo ser… quizá no pueden tener un hijo biológico por infertilidad… en estos casos aparece un problema, que sí parece estar bien definido: Queremos tener un hijo y no podemos. Es bueno plantearse diferentes soluciones, no solo una, pues esto nos tranquiliza: saber que nuestro problema, además de tener solución, tiene varias.
Después, como siempre al solucionar un problema, evaluamos las diferentes soluciones, sus pros y sus contras: centrarse en otros niños, sobrinos, alumnos, etc., fecundación artificial, adopción nacional o internacional. Tenemos que hacer un ejercicio honesto y no dejar que nuestro deseo nos ciegue y no veamos los problemas o contras que tiene cada posible solución. En el caso de la adopción, hemos de contemplar los posibles problemas: la adaptación del niño al nuevo ambiente, el cuidado de su salud física y mental, el impacto del niño en el entorno de la pareja, y analizar si nos vemos capaces de abordarlos.
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