Muchas veces cuando se comienza una terapia suele surgir la frase siguiente «había pensado muchas veces en venir pero al final no me decidía… hasta hoy». Solemos oírla muchas veces en adultos pero es más llamativo cuando una frase similar es formulada por adolescentes o jóvenes adultos que manifiestan que hubieran necesitado ayuda en algún momento evolutivo anterior pero no la obtuvieron. Bien porque no se atrevieron a pedir dicha ayuda o incluso comentándoselo a sus padres estos valoraron que el problema que tenía su hijo no era tan importante y no requería, por tanto, acudir a un especialista.

Comprendo a los padres que se encuentran en la tesitura de tener que afrontar que ellos no son suficiente apoyo para sus hijos y que estos necesitan una ayuda externa, pero si sus hijos les manifiestan el interés de acudir a un psicólogo no deberían negárselo. Puede ser que desde la perspectiva de padres, el problema de su hijo no requiera un psicólogo pero es posible que el menor no cuente todo lo que está viviendo y como se siente, por temor a ser juzgados. En cambio, a un psicólogo si puede contarle todo pues es una persona externa la cual no va a juzgarle, sino ayudarle.

Además, en muchos casos, cuando vienen siendo ya adolescentes o jóvenes adultos suelen manifestar su incomprensión ante el hecho de que sus padres no les llevarán antes. E incluso alguna vez, me han dicho padres que «con 8 años todos teníamos nuestras cosillas y no íbamos al psicólogo». Cierto, todos teníamos nuestros más y menos con compañeros, amigos, profesores, etc. pero quizás lo que está viviendo su hijo no es lo que usted cree que está viviendo.

 

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