Las nuevas formas de comunicación que se han desarrollado e instaurado recientemente en las sociedades avanzadas, se basan en un modelo de comunicación en el que los interlocutores no están presentes físicamente en el mismo lugar cuando se comunican (chat, móvil), e incluso en algunas de ellas tampoco coinciden en el momento de comunicarse (mail, WhatsApp, mensajes de texto). Esto hace que el proceso de comunicación cambie frente a la comunicación presencial en la que los interlocutores tienen en común espacio y tiempo y por tanto que el propio proceso de comunicación cambie sensiblemente.

Como ventajas podemos enunciar la posibilidad de extender nuestra comunicación casi de forma ilimitada a cualquier persona, en cualquier lugar del mundo y en cualquier momento, lo cual es extraordinario. Además nos permite expresar pensamientos e ideas sin ser prejuzgados por nuestro aspecto externo, por nuestra forma de hablar o tono de voz (excepto en comunicaciones telefónicas), o incluso nuestro estado de ánimo pues no se vislumbra tan fácilmente a través de estos medios.

Sin embargo también tiene inconvenientes entre los que están el hecho de que parte de la efectividad de la comunicación la perdemos pues no podemos apreciar el lenguaje no verbal y recíprocamente tampoco podemos expresarlo y esto da lugar irremediablemente a mayores errores de interpretación. Para mitigarlo, utilizamos expresiones escritas (interjecciones) o iconos (emoticonos) que pretenden simular este lenguaje.

Si observamos la evolución de las nuevas formas de comunicación, se van sofisticando para que cada vez más este lenguaje sea lo más expresivo posible; utilizamos la videoconferencia, simulamos estar sentados en la misma sala con varios paneles que nos muestran la imagen completa de nuestros interlocutores, ponemos en los chats ‘caras humanas’, utilizamos el lenguaje predictivo y entrenamos los modelos de chats para que ‘entiendan’ y ‘respondan’ al interlocutor… al final para que ‘parezca’ que nos comunicamos con otra persona cara a cara.

La paradoja de la evolución de los sistemas de comunicación nos lleva a que, partiendo de un modelo de no contacto entre los interlocutores, hemos ido avanzando hacia la simulación cada vez más real de este contacto y cabe preguntarse porqué. Probablemente porque el ser humano necesita el  contacto, en muchas facetas de la vida, pero también en la comunicación con sus semejantes.

El gran reto está por tanto en reducir los inconvenientes sin renunciar a las ventajas que nos ofrecen estas nuevas formas de comunicarnos, es decir, en conseguir la comunicación global o universal sin renunciar a la humanidad de la misma.

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